Fin de la Pobreza: nos alejamos de la Agenda 2030

Es un hecho notorio que nuestro planeta requería y requiere desde hace ya varios años un cambio que atienda la pobreza, la equidad de género, los derecho humanos, la desigualdad social y, el respeto a nuestro planeta.

En el año 2015, se acordó la Agenda 2030, acuerdo internacional de líderes mundiales en el seno de las Naciones Unidas que fijaron en 5 ejes generales de trabajo la transformación y, son: personas, planeta, prosperidad, paz y alianza. Para ello se propusieron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. El primero de ellos es justamente el que traigo a colación en la presente columna: FIN DE LA POBREZA.

Para el 2015, año de la “firma” de la Agenda 2030, había 736 millones de personas pobres en el mundo de acuerdo con el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), para el año 2019 había mil 300 millones de personas pobres en múltiples dimensiones de acuerdo con el PNUD en su índice de Pobreza Multidimensional 2019. La Agenda 2030 sirvió como catalizador para evaluar la pobreza de una manera distinta y no solo desde el punto de vista de ingresos.

¿Cómo vamos? La respuesta es contundente: no vamos bien y vamos a peor. Me centraré en América Latina que es un caso paradigmático para comprender hacia donde nos dirigimos y aprovechando el informe presentado por la CEPAL (Comisión Económica para América Latina de la ONU) el día 15 de julio del 2020 con motivo de la pandemia de la COVID 19 es que resulta relevante reflexionar sobre ello.

De acuerdo con la CEPAL pasaremos de 185.5 millones de pobres en 2019 a 230.9 millones en 2020, esto significa que habrá 46 millones más de pobres en la región. No sólo nos alejaremos del ODS 1 y de la agenda 2030 sino que esto puede traer consecuencias graves para la sociedad global en su conjunto.

Me explico, la globalización nos ha enseñado entre otras cosas que la conexión, interdependencia y colaboración resultan vitales para atajar los problemas mundiales. Lo he dicho en otras ocasiones: problemas transfronterizos, soluciones transfronterizas.

El empobrecimiento o el mantenimiento de la pobreza en América Latina provoca no solo crisis económicas, sino que genera crisis sociales, de violencia y exclusión que terminan por romper los tejidos sociales, alejándonos de sociedades de paz y de respeto.

¿Qué hacer para corregir estas desigualdades que se acentuarán debido a la pandemia?

No hay fórmulas o recetas mágicas, pero hablaré sobre lo que ya están haciendo otros países para atajar esta estocada pandémica a la economía mundial.

A nivel mundial los gobiernos han aumentado el gasto público en un 3.7% promedio con respecto a su Producto Interno Bruto. El dinero se ha empleado en diversas áreas como: equipo y contratación médicos, aligerar cargas fiscales, créditos, inversión a proyectos de amplio espectro de desarrollo, ayudas directas a la población más vulnerable, subvenciones directas a agricultores y pequeños comercios, por citar algunos.

En América Latina el gasto ha aumentado en 2.4 % lo que revela que la región está por debajo del promedio mundial.

Por citar algunos ejemplos relevantes: mientras que Japón ha gastado/invertido el 21% con respecto a su PIB, Chile 15%, Perú 11%, Colombia 8%; hay países de la región que apenas rozan un 1%.

Es notorio que algunos países todavía no cuentan con una estrategia clara de cómo, con qué y de qué manera intentarán frenar, en la medida de lo posible, el empobrecimiento de sus poblaciones y, el tiempo sigue corriendo. No podrán decir que no sabían, porque estudios, diagnósticos y alertas han habido y, de sobra.

Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
Abogado internacionalista y catedrático universitario.
Correo: cgonblanc@aim.com

@cgonblanc

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