¿Cuántos miles de mexicanos más tendrán que morir para que el gobierno reflexione al menos en lo necesario de modificar su valoración política de la pandemia del coronavirus y, ponderando la opinión de los expertos en epidemiología, le de una nueva orientación a la política publica para enfrentar esta tragedia? Es evidente que la presente administración no se ha caracterizado por su empatía con aquellos movimientos ciudadanos y reclamos sociales que están fuera de sus prioridades originales y cuya aparición en la dinámica social se llega a calificar incluso de ataque soterrado al presidente. El reclamo por la vida no ha sido excepción para esta falta de compromiso; las mujeres han marchado por miles reclamando protección ante la violencia y que a diario cobra nuevas víctimas y acciones eficaces contra el maltrato que una cultura misógina y machista ejerce de manera consuetudinaria sobre ellas, los padres de niños con cáncer, cuyas vidas dependen del cumplimiento de las obligaciones de burócratas bisoños, han sido burlados, manipulados y llevados a la desesperación ante el acoso de la muerte que les ronda, las vidas inocentes cobradas al azar por la violencia generalizada en el país ante el simple infortunio de estar en el lugar y momento equivocado, no han encontrado respuesta mas allá de las teorías del complot que escudan la ineficiencia de un gobierno que exuda resentimiento y negación.
Cómo podríamos esperar que en el caso de los miles de víctimas fallecidas por la falta de previsión ante una pandemia haya una respuesta diferente a lo ya observado una y otra vez en esta administración, ausente de la práctica de gobierno y ocupada preferentemente en la creación de escenarios mediáticos creyendo gobernar con la palabra, que por lo ademas, ya deja entrever cada vez mas nítidamente sus verdaderos ropajes: la estulticia y el miedo. En este contexto, sólo las repercusiones internacionales de este manejo irresponsables puede lograr que se reconsidere este abandono que sufre la sociedad, y aseveramos lo anterior, dado que la estructura política mexicana concede al presidente de la República poder omnímodo sobre la administración pública y solamente un congreso independiente podría llamar a cuentas al Ejecutivo Federal y generar la presión política sobre su militancia para generar un movimiento social de tal suerte disruptivo que obligara a recular al gobierno de su postura negligente y autoritaria ante la pandemia del coronavirus.
El acotamiento que caracteriza al Congreso de la Union en relación con el actuar del Ejecutivo es explicable por la mayoría que MORENA representa, particularmente en la cámara de diputados, al ser éste un partido político solo desde el punto de vista de la formalidad jurídica, pero sin un desarrollo institucional que permita la construcción de posturas políticas alternas requeridas por la demanda social inconforme con el actuar del gobierno emanado de sus filas. Así también los otros partidos políticos presentes en el Congreso de la Union se encuentran paralizados ante al gobierno en un tema tan sensible a la sociedad, por sus pecados de omisión o participación en la corrupción institucional reciente, y que pende sobre sus principales dirigentes actuales.
Las instituciones judiciales, por su parte, se antojan incapaces de explorar su posible intervención en lo que podría constituir una conducta criminal dada la pérdida de vidas humanas consecuencia de la falta de previsión e ineficiencia de las acciones de gobierno para preparar a la población y al sistema hospitalario nacional ante la gravedad de la pandemia, la confusión en las medidas sanitarias dictadas, manipulación de la información sanitaria y estadística , opacidad en el manejo de recursos públicos y el presumible incumplimiento del reglamento del Consejo de Salubridad General del país, no obstarte la autonomía reglamentaria de la Fiscalía General de la República.
Esta debilidad de las instituciones de la República se ve magnificada por un ejercicio singular del poder personal del presidente que entiende cualquier llamado a rectificar como parte de un ataque a su persona, independientemente de la causa que se trate, así sea salvar la vida de miles de mexicanos por las cuales en algún momento tendrá que responder la cuarta transformación.
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