En la narrativa de los intelectuales de la cuarta transformación se perfila una línea discursiva dentro del esquema de justificaciones a la falta de resultados de la presente administración federal, en la que los cambios estructurales realizados en el ámbito legislativo y la garantía de la permanencia de los programas sociales así como la presencia de personajes cercanos al presidente de la república en áreas estratégicas de la administración federal son (para ellos) la garantía de que la transformación prometida por Andrés Manuel López Obrador ya se llevó a cabo, por lo cual y, en beneficio de la gobernabilidad y su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) se podrían dar por satisfechos en esta etapa de su transformación.
Tal aseveración constituye una verdad a medias, dado que los intelectuales de la 4T se niegan a valorar los costos de sus acciones. Gran parte de las acciones gubernamentales previstas por el ahora ejecutivo para el momento de su ascenso a la silla presidencial fueron ocultadas en tiempos de campaña, como suele suceder en los procesos electorales, pero este engaño trae costos en la confianza ciudadana. La debilidad numérica de la oposición, si bien no pudo contener con eficacia las iniciativas presidenciales sí logró evidenciar el rompimiento de los compromisos de AMLO como candidato en temas torales como es el respeto a la ley, la división de poderes, el pacto federal y particularmente su falta de compromiso con los derechos individuales de los gobernados. El atropello sufrido por la propia ley reglamentaria de la administración pública y de los organismos descentralizados y autónomos para realizar, en los hechos, cambios en la operación de la administración pública federal sin un plan estratégico racional y coherente, así como la forma desaseada de realizarlos continuó ahondando en la desconfianza a la palabra presidencial.
La falta de cumplimiento de las promesas de campaña; lucha contra la corrupción, austeridad republicana, combate eficaz a la inseguridad y la violencia, igualdad ante la ley, crecimiento económico y, en consecuencia, abatimiento de la desigualdad social, que han devenido incluso en el agravamiento de las heridas sociales que motivaron el voto de una mayoría electoral para el ahora titular del ejecutivo federal, evidentemente ha traído el consecuente desencanto.
El bombardeo mediático de una retórica triunfalista, en un principio dirigido a toda la sociedad perdió su eficacia ante el desgaste de la palabra presidencial. El mensaje de hoy no cambia en su esencia y sigue la construcción de realidades retóricas alternas, caracterizadas por la promesa de un Estado de bienestar y gracia, pero sí cambia de destinatario y ahora se dirige preferentemente a su base de apoyo incondicional, para lo que incorpora con vehemencia la identificación y el vilipendio de los “enemigos del pueblo” con el propósito de exigir que el ciudadano defina su lealtad a uno de los dos bandos imaginarios que se disputan el éxito o destrucción del alma de la nación, liberales y conservadores, en la pantomima en tiempo real de la defensa de la cuarta transformación. Sin embargo, este discurso de movilización política de sus bases también trae costos en la gran franja de indecisos que, previo al proceso electoral del 2021, meditarán su voto, en medio de la más aguda crisis económica vista en la última centuria y ante el balance de los muertos por una pandemia que fue manejada con criterios políticos y no epidemiológicos, en una clara muestra de falta de empatía del gobierno federal.
El 2021, evidentemente, sería un referéndum para la 4T siempre y cuando el espectro electoral ofrezca opciones diferentes y creíbles al electorado. La oposición política organizada que hoy radica mayormente en la sociedad civil afectada por el gran engaño que significó la promesa de un cambio verdadero, tendrá una formidable tarea para la construcción de esta alternativa electoral eficaz. El tiempo corre y pareciera que la realización de este monumental reto le parece imposible a los intelectuales orgánicos de la 4T, quienes ya anuncian su triunfo en las urnas. Sólo el tiempo y el voto les dará la razón o probará su error.
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