A pesar de la pandemia por COVID-19 seguimos pendientes sobre la emergencia climática y la necesidad de reducir más y más rápido las emisiones de gases con efecto invernadero, sobre la urgencia de situar la preservación de nuestros ecosistemas en la base del desarrollo social y sobre el acuciante deber de cambiar nuestra forma de producir y consumir para dejar un Estado de México y un planeta vivible para el futuro. Las necesidades y las urgencias no son menores. Si bien los comicios del 2021 se acercan y los partidos políticos gestionan y cabildean sus posiciones para encarar el proceso electoral es necesario tener una visión renovada como ciudadanos participantes de la vida democrática de nuestra entidad.
El futuro del Edomex es renovable y sin duda alguna el Verde es más que un color, es una idea propositiva con mucha vida que pretende emanar una evolución medio ambiental, por tal motivo es de celebrarse que los partidos ecologistas tengan autonomía en sus entidades para transitar procesos electorales tan importantes que determinan los rumbos de nuestra sociedad, que como ya se vio en Europa, el futuro es de las políticas verdes y sin duda el futuro es de quien lo construye como es el caso de José Couttolenc , líder del PVEM en el Edomex quien considera que se tienen los medios y los elementos para caminar sin coaliciones con otros partidos que no congenien con las ideologías.
En este sentido cabe resaltar varias áreas que se deben de atender con un carácter de política ambiental a modo de propuesta para la emergencia climática en la que estamos inmersos. Primero hay que reconocer que tenemos una dependencia colosal de la importación de combustibles fósiles, algo absolutamente incompatible con cualquier medida que trate de evitar la subida de 1.5º C en la temperatura global de aquí la diez años, como urge la comunidad científica internacional. Todo lo que no pase por aumentar la ambición en términos de reducción de emisiones en una futura ley nacional de cambio climático, cerrar definitivamente –con una transición justa– las centrales de carbón y dirigirnos hacia un sistema energético 100% renovable y en manos de la gente, supondrá caminar directamente por el borde de un precipicio.
Por lo anterior se plantea que la biodiversidad como tabla de salvación ya que la actual la crisis sanitaria nos mostró de manera dramática que proteger la vida pasa por proteger los ecosistemas. El Edomex es una de las entidades que tiene riqueza natural sobre todo en la zona del valle de Toluca, lamentablemente en la zona del valle de México la situación es sofocante y perjudicial para el medio ambiente ya no existe ninguna figura de protección de la naturaleza que realice efectivamente sus gestiones y labores adecuadas. El municipio tiene que ser eje inicial y principal de acción para ampliar la red de espacios naturales protegidos, dotándolos de herramientas de gestión, pero también reconocer el valor ecosistémico de las áreas ubicadas fuera de esos espacios, deben ser los pilares para edificar la entidad verde con la que soñamos.
El municipio y sobre todo los de carácter rural tienen que ser el corazón de ese cambio en nuestra forma de vivir, de producir y de consumir, que necesitamos. Fomentar la soberanía alimentaria basada en la agroecología, apostar con decisión por agricultura sustentable, cambiar la gestión forestal y abandonar el modelo de ganadería industrial, así como garantizar el derecho a contar con unos servicios dignos y de futuro, deberían ser medidas estratégicas para los sucesivos gobiernos.
También hay que reinventar nuestras ciudades ya que asumen cada día más porcentaje de población, pero externalizan la mayoría de los costes ambientales que esto supone, causando impacto en todo el territorio. En esta contingencia el #ConsumeLocal nos enseñó a apostar desde lo local por modelos de producción y consumo sostenibles, cambiar de raíz el modelo de separación y tratamiento de residuos y avanzar en una ley de movilidad sostenible que priorice el transporte público y compartido y los modos no motorizados, poniendo el bienestar de las personas y del planeta por delante de los motores de explosión particulares, tienen que estar entre las prioridades.
Finalmente, no podemos olvidar que la justicia ambiental y la justicia social deben ir de la mano. Se debe priorizar poner en marcha una reforma fiscal que incentive la transición ecológica y que reduzca las desigualdades sociales, garantizando por ley el derecho al acceso a los suministros básicos de todas las personas. El Estado de México no ha sido un modelo de sostenibilidad en las últimas décadas. Nuestros gobiernos casi siempre han priorizado los intereses económicos a corto plazo sobre el cuidado de la tierra, provocando una alarmante degradación ambiental en toda la comunidad, contribuyendo a incrementar la crisis ecológica global e hipotecando el futuro de las generaciones venideras.
Como activista creo que los esfuerzos para parar la crisis ecológica no se pueden llevar a cabo sin cambios radicales en nuestro modelo de sociedad y sin poner en cuestión el crecimiento económico y las estructuras de producción y de propiedad existentes. Con todo, seguimos teniendo el futuro en nuestras manos. Por eso en cuanto entremos a la nueva normalidad no se te olvide pensar en el planeta y en la salud, con la conciencia de que somos los personajes principales de la sociedad y el medio ambiente que queremos.
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