A unas cuantas horas de que finalice la Jornada Nacional de Sana Distancia que implementó el Gobierno Federal a finales del mes de marzo, las cifras no son halagüeñas, se han alcanzado los 81,400 contagios confirmados y 9,044 mexicanos han muerto; es relevante comentar que esta semana ha sido donde los contagios y finados se han elevado casi un 90%. Luego entonces, ¿bajo qué argumento se decide el abandono al confinamiento y el regreso a la ya famosa “Nueva Normalidad”?
La primera respuesta es obvia: la urgente necesidad por reactivar la economía, más aún cuando todo tipo de análisis e instituciones hablan de una crisis económica inédita, pues estiman una caída del PIB del orden del 8-9%.
Sin embargo, permítanme dejar en la mesa otra hipótesis, una que no puede ser confirmada o refutada, pero que me parece muy valiosa en cuanto a reflexión.
Hablemos pues, del problema de la imposibilidad del autocontrol.
Este problema es analizado por el profesor del MIT, Dan Ariely en su libro “Predictably Irrational” (2008), en este texto ilustra con diversos experimentos sociales las constantes del pensamiento humano que subyacen en cualquier decisión. En este caso en particular, aborda el autocontrol exponiendo un experimento que realizó con sus alumnos.
En tres grupos diferentes, estableció tres distintas maneras de entrega de trabajos que servirían para calificar el semestre. El primero con fechas autoimpuestas (una vez establecidas por el alumno no podría ser modificada) y con penalización al incumplimiento al acatamiento de dichos plazos; el segundo grupo no tuvo ninguna fecha tope, el trato solamente era entregar los trabajos el último día del semestre, podría entregarse antes, pero no representaría ventaja alguna en cuanto a calificación; finalmente, en el tercer grupo el profesor se limitó a imponer las fechas, no existió elección ni flexibilidad.
¿Qué grupo cree que haya obtenido mejores calificaciones? ¿El grupo que tuvo cierta flexibilidad, el grupo con total flexibilidad o el grupo al que le impusieron las fechas desde arriba?
El grupo con mejores notas fue al que no le dieron flexibilidad en las entregas, sin embargo, es de destacar que el segundo mejor fue al que le dieron oportunidad de autoimponerse fechas, pues sí hubo alumnos que acataron y entregaron trabajos de calidad.
Con lo anterior, los economistas conductuales concluyen que cuando una “voz externa” es la que nos da las órdenes, la mayoría de los seres humanos se apresuran a atender dicha instrucción, no así cuando, nosotros en nuestra intimidad tomamos decisiones para nosotros mismos, pues solemos caer en el auto engaño y la desidia.
¿Qué podemos abrevar de esto ante la situación que vivimos por la Pandemia? Simple, me parece que ante la imperiosa necesidad de que la población acatara quedarse en casa para que no se propagara el virus, la primera opción es la que acertadamente se realizó, es decir, convencer y hacer que la población generara un compromiso para con sus semejantes, sin embargo, como también tratamos en este espacio anteriormente, las circunstancias económicas de los mexicanos les impedían seguir por completo dichas indicaciones, y fue entendible; empero, también hubo quienes sin una necesidad de por medio, no pudieron auto controlarse y salieron, por ello, me parece ante tal situación sí es deseable y más aún, necesaria la rápida y decida acción del Estado. No sucedió así.
Hoy, nos enfrentamos ante un gran problema, modelos matemáticos prevén que, ante el relajamiento de las medidas sanitarias y la prisa que el mexicano está mostrando por salir, el pico de los contagios se mueva hasta principios de agosto con 2 mil muertos por día y un acumulado de 137 mil fallecidos a inicios de septiembre.
Con el conocimiento de la conducta humana y estos modelos matemáticos, es claro: sin un papel activo y decisivo del Estado la población no acata indicaciones que cuiden la salud, y sin salud no habrá crecimiento económico.
Julián Pulido Gómez
*Maestro en Administración Pública (INAP)
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