- La T4a pretende intervenir éxitos y logros económicos personales y familiares
¿Por qué la necedad, terquedad, obsesión, “ahuevo”, manía (humor extremo asociado con el trastorno bipolar) de Andrés Manuel López Obrador, por medir la riqueza de los mexicanos dentro de sus hogares, es decir, según propuesta del Presidente de Morena (el demente) Alfonso Ramírez Cuellar, modificar la Constitución y permitir al INEGI habilitar a sus encuestadores de a pie, como policías fiscales (ya existen, Alfonso, están en el SAT/Hacienda), visores, cuenta chiles, de los bienes materiales (menaje, joyas, inversiones, oro, obras de arte, ahorros bancarios, etc.) con el pueril argumento de que “hay miles de millones de dólares que constituyen una riqueza totalmente inobservada”.
O sea Andrés, Alfonso, Morena, Transformación de 4ª, ¿hoy poseer riqueza bien habida en casa, es pecado, delito, corrupción, ocultamiento, desequilibrio social?, sólo en su cabeza llena de estiércol cabe estúpido razonamiento, por eso proponen revisar in situ (violentando la privacidad, secreto bancario, derecho humano, secrecía individual) nuestros éxitos, logros, triunfos, resultado de trabajo productivo, profesional, honesto, digno (no como la de políticos y gobernantes) que nos permite mejor calidad de vida personal, familiar, social.
Ésto, boñigas de Morena, es una actitud comunista, dictatorial, que México a través de su democracia ha rechazado y ganado prestigio como nación que sustenta en el voto voluntario su calidad de país independiente, respetado y respetable (hasta la llegada de la T4a al gobierno), pero con la política totalitaria de López Obrador pretende clasificar la riqueza personal, dignamente obtenida, como delincuencia o evasora fiscal.
Indigno, siendo México un país democrático, como demostró el 1 de julio de 2018, cuando López Obrador ganó en las urnas con más de 30 millones de votos el honor de portar la banda presidencial y ostentar la potestad constitucional de dirigir los destinos de más de 126 millones de mexicanos. Legitimación que la voluntad popular le confió. No pasaron ni 30 días cuando mostró su verdadera intensión, dominar, sojuzgar a la población con disposiciones irracionales, impositivas, totalitarias.
Y lea que no es una disposición emanada de una conciencia democrática, inteligente o razonada. El encargado del despacho de Morena (el dueño y presidente vitalicio, Andrés Manuel) fue utilizado para echar un buscapiés, para ver si era cola y pega, al argumentar “ya no se trata sólo de dar cuenta del ingreso y el gasto de las familias y las personas. Medir la pobreza en México es un gran avance. Ahora se demanda, con urgencia, medir también la desigualdad y la concentración de la riqueza“.
Para tratar de impresionar, sacar el lado humano de los mexicanos, pero con intensión populista y comunista, López escribe, “este es un Acuerdo de Unidad y Solidaridad Nacional… ¡zaz! Una propuesta política, social y económica frente a la emergencia económica y sanitaria por la que atraviesa el país” ¡contra zaz!
Sólo déjenme recordarles insulsos morenistas, los mexicanos no somos responsables de la crisis económica, ya convertida en recesión. Es producto de las equivocadas, erróneas, torpes políticas económico/financiera/laboral del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien no tiene la menor idea de cómo gobernar.
Por otro lado, el problema sanitario, sino es exclusivo de México o atribuible al Peje, sí tiene de fondo la incapacidad, impreparación, desinterés, torpeza, pasividad, desdén, valemadrismo de la T4a, que a pesar del aviso oportuno de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del impacto del COVID-19, López y gabinete de Salud lo desdeñaron, subestimaron, ignoraron, reaccionaron pasiva y tardíamente, al grado que el propio Andrés Manuel retó al virus arengando a la población a “no quedarse en casa”, “salgan, lleven a la familia a los restaurantes, a las fondas para reactivar la economía” (sic). Otro día, desde el púlpito de Palacio Nacional, encaró al COVID, amenazándolo con sus estampitas (fetiches) de un trébol de 4 hojas y de un santo, un artilugio (artimaña o engaño para conseguir algo) que bautizó como “detente”.
En el cinismo del desinterés por actuar con diligencia ante la emergencia ya declarada pandemia, López optó por “espantar” al virus. En otra mañanera, sacando un objeto del bolsillo de su pantalón, como médium en sesión espiritista exclamó “miren aquí hay otro detente: detente enemigo que el corazón de Jesús está conmigo, pero no hay ni siquiera enemigos, son adversarios. Yo no tengo enemigos, ni quiero tenerlos” ¡Orale!
Esta es una muestra evidente de incapacidad, omisión, indolencia (persona perezosa, falto de voluntad para hacer las cosas), de conocimientos para gobernar, cuando el Coronavirus ya había asesinado (permítaseme el término) a miles de mexicanos contagiados.
Todavía en la etapa 2 del problema sanitario en una gira de paseo, no utilizando cubrebocas, ni respetando la sana distancia, levantó con sus brazos a una pequeña de 2 años, acercó la cara de la niña a su boca, no sólo besó su mejilla, sino en acto infame succionó, chupo el cachete de la infante, quien al sentir la acción pretendió separarse, pero la fuerza del torpe le impidió retirarse. Un acto no sólo inapropiado, sino asquerosos, en plena contingencia. No se supo si hubo contagio, pero el hecho fue repugnante, insalubre.
¿Esto responde Ramírez Cuellar, a tu torpe propuesta de Unidad y Solidaridad Nacional? Como reacción a la negativa, insistes en reformar la Constitución para permitir a una institución creada para contar y estadisticar la vida del país, convertirse en policía inquisitoria y chismear qué riqueza poseemos dentro de nuestro hogar.
Pretendiendo demostrar una oposición “razonable” a la intentona de Ramírez Cuellar, el líder del Senado también morenista, con pretensión presidencial, Ricardo Monrreal Ávila, “alzó la voz” jajajajaja (simulación), y señaló “en el Senado no hay iniciativa alguna (por ahora) para ampliar y otorgar nuevas facultades al INEGI y al SAT”
Pero… como decía, simulación de Monrreal. El encargado del despacho de Morena, recibió el apoyo del diputado morenista –a quien creía inteligente, objetivo y razonable- Pablo Gómez Álvarez, quien expresó que “el INEGI no es, ni será autoridad policiaca, fiscal, ni ministerial, pero ya es hora de que incorpore a la estadística el nivel de riqueza”.
“Ofreció su coincidencia con el líder senatorial, Ricardo Monrreal, en que no hay iniciativa, pero adelantó que pronto habrá en la Cámara de Diputados, ésta u otra propuesta para el objetivo de fiscalizar la riqueza personal de los mexicanos, en el interior de los hogares”
La amenaza fue directa, como lo había adelantado en una mañanera el mesías tropical.
O sea, la mano impositiva, totalitaria, dictatorial de la Transformación de 4ª ya advirtió que la riqueza personal en bienes de nuestros domicilios “puede ser” producto de la corrupción, evasión, engaño, por lo que el gobierno autoritario de López Obrador, debe cuantificarla para que haya equidad… Bueno, así lo han hecho durante más de 61 años las dictaduras en Cuba, con Fidel, Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel, monigote de los Castro. Lo hace en Nicaragua, Daniel Ortega, desde hace 13 años. En Venezuela, misma desgracia ha soportado la ciudadanía con los dictadores Hugo Chávez y Nicolás Maduro, quienes ostentan el poder desde hace 22 años. Y qué decir de Evo Morales, cuya dictadura duró 14 años, hasta que en 2019 a patadas los bolivianos lo desterraron, cuando quiso reelegirse por cuarta ocasión.
¿Qué tienen en común los Castro, Ortega, Chávez, Maduro y Evo Morales? Ah, que los siete dictadores son ídolos, ideales, ejemplo a seguir de Andrés Manuel López Obrador, de ahí sus torpes decisiones que han encontrado éxito parcial en sus afines: prensa adoctrinada, chairos, pejesombies, amlovers, botts, ninis, ancianos manejables, ignorantes, “delincuentes de cuello blanco” beneficiados, ilusos, crédulos, acarreados, becarios sin oficio ni beneficio, etc.
Sus 30 millones de votantes de julio de 2018, se han esfumado. Expertos y analistas del sector político sostienen que de esos 30 millones que legitimaron su triunfo, más de 18 millones se arrepintieron, han dejado de apoyarlo por las vilezas, engaños, mentiras, incapacidad para gobernar, indiferencia ante los problemas nacionales que tiene al país envuelto en recesión, crisis, insatisfacción. A lo que suman muertes, contagios, sospechas de infección de Coronavirus, que la T4a no supo, no pudo o no quiso atender oportunamente con fatales resultados. Este capítulo es el más deleznable del sexenio fallido de López Obrador.
Con este escenario desgarrador y los nulos resultados en crecimiento, finanzas, petróleo, campo, educación, insalubridad, corrupción, impunidad, etc. ahora López quiere “joder” a las familias mexicanas husmeando en el interior de nuestros hogares los bienes, menaje, pertenencias personales y familiares, en una abierta violación a nuestros derechos humanos, privacidad, intimidad, posesiones.
¡Qué vergüenza! hasta donde ha llegado la esquizofrenia, inestabilidad mental de Andrés Manuel. ¡Atentar contra la intimidad familiar!
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT) y de Latitud Megalópolis (LM)
Correro: [email protected]
Twitter: @luis_repper