- Necesarias, nuevas formas de producción agropecuaria y silvícola para disminuir efectos negativos en la salud humana y en la vida silvestre.
- El grupo intersecretarial Gisamac trabaja en acciones para favorecer el desarrollo territorial inclusivo de forma social, sustentable y plural.
La soberanía alimentaria es uno de los desafíos a enfrentar desde un cambio del sistema agroalimentario globalizado, pues ante los grandes desequilibrios generados es fundamental promover una transición agrícola y alimentaria que favorezca el desarrollo territorial inclusivo de forma social, sustentable y plural.
Cecilia Elizondo, coordinadora del Grupo Intersectorial de Salud, Agricultura, Medio Ambiente y Competitividad (Gisamac) explicó que se trabaja con el objetivo de crear un programa especial para un sistema agroalimentario justo, saludable y sustentable, que ya fue aprobado por la Secretaría de Hacienda.
El grupo está conformado por las secretarías de Medio Ambiente, Salud, Agricultura y Desarrollo Rural, Bienestar, del Trabajo y Previsión Social, Economía, Educación Pública, además del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y el Instituto Nacional Indigenista.
Precisó que la labor de este grupo cobra mayor relevancia en el contexto actual, ya que la alimentación debe ser un motor de desarrollo y no de deterioro de la salud con la generación de problemas como obesidad, sobrepeso o desnutrición.
Detalló que en México las políticas públicas de las últimas tres décadas han resultado en el quebrantamiento del sistema agroalimentario. “Las prácticas agrícolas predominantes han provocado costos ambientales significativos, además de un acceso inequitativo a alimentos sanos. Esto se observa en las epidemias de sobrepeso y malnutrición, muestra de la desigualdad extrema y pobreza que viven muchos mexicanos”.
Explicó que este modelo decadente, junto con las políticas agrícolas de comercialización, distribución y abasto impulsadas hasta ahora, fomentaron la dependencia alimentaria y no lograron beneficiar plenamente a los pequeños productores con menos recursos, poseedores de tierras marginales.
Por todo lo anterior, Cecilia Elizondo destacó la necesidad de reconocer a la población campesina mexicana como agentes innovadores y resilientes, personas con derechos plenos y ricas en conocimientos y saberes.
El Gisamac, mediante la articulación y armonización de las políticas públicas, tiene entre otros objetivos promover la producción suficiente y sustentable de alimentos saludables, priorizando la producción proveniente de las y los productores de la agricultura familiar, de medianos productores, así como la protección y restauración de los servicios ecosistémicos de los que depende el campo mexicano.
Para ello, han conformado 18 grupos de trabajo y cada uno atiende metas específicas como salud alimentaria, agua potable para todos, programa de transición agroecológica y bioinsumos, maíz y soya transgénica, plaguicidas altamente tóxicos, polinizadores y aflatoxinas en la cadena agroalimentaria, entre otros.
Entre los avances del Gisamac sobresale el trabajo que se llevó a cabo para la aprobación de la NOM-051-SCFI/SSA1-2010 sobre el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados, iniciativa de la Secretaría de Salud, así como el Decreto sobre la prohibición de sustancias tóxicas, iniciativa de Cofepris, cuya solicitud al presidente fue firmada por Semarnat y Salud.
Finalmente, Cecilia Elizondo expuso que este esfuerzo es una nueva forma de hacer políticas públicas, de manera coordinada entre todas las dependencias del Gobierno de México, con las Secretarías de Salud, Bienestar, SADER, Economía, del Trabajo, de Educación, CONACYT, y liderado por Semarnat para impulsar acciones bajo una visión de recuperación ambiental y social del territorio nacional, el cual cobra mayor importancia frente a la situación actual y que llama a plantear nuevas formas de producción agropecuaria y silvícola para disminuir los efectos negativos en la salud humana y en la vida silvestre.