Indudablemente, la administración de López Obrador fue marcada por la pandemia del Coronavirus en dos grandes aspectos: Primero, en la polémica generada entre especialistas y medios de comunicación respecto del manejo sanitario realizado de la misma y segundo por la falta de transparencia en que se han llevado a cabo las adquisiciones de insumos y medicamentos al margen de la norma y con una desorganización de las diversas dependencias federales que con razón o sin ella, concurrieron a dicho proceso.
En la polémica del manejo sanitario de la crisis resalta el discurso triunfalista del gobierno con los señalamientos de improvisación en las acciones para habilitar al sistema de salud mexicano a fin de enfrentar los requerimientos de dicha pandemia, de manera cotidiana se ha insistido respecto de los supuestos resultados favorables obtenidos en la atención de la pandemia publicitando cifras de contagio y defunciones que contrastadas con las obtenidas en otra parte del mundo han sido consideradas particularmente aceptables por la narrativa oficial. Por otra parte, demandas públicas en los centros de salud y hospitales de la República señalando la carencia de insumos y equipos básicos, así como la vulnerabilidad con la que el cuerpo médico de dichos centros de salud enfrenta en la primera línea de contacto su tarea de atención a los enfermos desmiente de manera virulenta la narrativa oficial.
La polarización de este debate y la participación en el mismo de amplios sectores sociales a favor y en contra han generado un escepticismo creciente a la forma de enfrentar la pandemia y por tanto a sus resultados. Recordemos que si no hay acompañamiento entre el Estado y la sociedad en la instrumentación de las acciones que requiere un reto de la magnitud de una pandemia, la realidad nos mostrará al final de esta prueba una tragedia epidemiológica con el sello de la 4ª Transformación.
En lo que se refiere al gran tema del equipamiento hospitalario, resalta la falta de transparencia y la concurrencia desorganizada e incluso competitiva entre diversas dependencias del gobierno federal y de algunos Estados del país que han contribuido al caos del mercado. Debe señalarse que las adquisiciones realizadas y publicitadas tanto por el IMSS, ISSSTE, SEDENA, Secretaría de Salud, la propia Secretaría de Hacienda, etc., se han llevado a cabo bajo el concepto de “compras extraordinarias y urgentes” debido a la contingencia. Estas circunstancias han dado pie a una serie de acciones que abusando de los términos legales propios de una emergencia, han prescindido de toda obligación de transparencia y ética pública, en algunas ocasiones, supeditadas al interés particular sobre el nacional. Los riesgos de corrupción se dibujan en acciones que hoy empiezan a salir a la luz pública, como es el caso de la posible colusión de servidores públicos que, ajenos al tema, cuentan con familiares beneficiados en este proceso. La empresa de Cyber Robotics Solutions, propiedad de León Manuel Bartlett Álvarez, hijo del actual director de la CFE, es uno de los beneficiados de esta zona gris que ha sido la proveeduría a hospitales públicos.
La columna vertebral de la 4ª Transformación, construida sobre un discurso de “moralidad republicana” y que constituyó el gran compromiso de Andrés Manuel López Obrador con la sociedad mexicana se empieza a derrumbar por las acciones de sus propios fieles. La realidad sugiere qué, después de todo, no son diferentes.