En nuestra última entrega abordé el libro icónico de Malcolm Gladwell, “The tipping point” con el objetivo de explicar que las pequeñas acciones pueden provocar grandes efectos (para bien o para mal), lo anterior a la luz del tremendo desafío se avecinaba a partir de la Pandemia de COVID-19.
Expliqué que, ante la inexistencia de una cura, la única opción era el confinamiento social, que esta acción podría salvar miles de vidas; pero de no observarse a pie juntillas, esta situación podría extenderse y condenar a muchos otros a vivir una enfermedad por demás dramática.
No dejé espacio al debate, la única opción viable establecida por expertos nacionales e internacionales era resguardarse en casa, incluso, comenté sobre la “Ley de los pocos (80/20)”, que establece que las acciones de un puñado de personas pueden representar una gran diferencia en estos escenarios tan adversos, por ello era fundamental que la TOTALIDAD de ciudadanos acataran de manera estricta dicha indicación.
Hoy, después de más de un mes de iniciada la Jornada Nacional de Sana Distancia, se contabilizan 19,224 infectados y 1,859 defunciones, la tendencia sigue al alza y a pesar de que, las autoridades han advertido que lo peor vendrá a mediados del mes de mayo, hay datos que señalan que un gran porcentaje de los mexicanos no respetaron la indicación de quedarse en casa, por lo que el escenario se vislumbra aún más oscuro.
El primer informe publicado por Google a principios de abril señalaba a México como el país en el que menos se respetaban las medidas de distanciamiento social en América Latina. Nuestro país registró una caída del 45% a la afluencia a lugares de ocio, mientras que en Argentina y Colombia el descenso fue del 86%. En el mismo tenor, de acuerdo con datos de Apple, hasta el 26 de abril, la movilidad en vehículos y a pie había disminuido en Colombia un 69% y un 56%, respectivamente; en Argentina, un 83 y un 84%; en México, un 64 y un 72%.
Ahora bien, a estas alturas de la columna podrían aducir que lo anterior se trata del ya famoso “valemadrismo mexicano” (y muy seguramente existen casos) sin embargo, si algo vino a desnudar esta crisis sanitaria, es que, si bien es cierto que todos estamos siendo azotados por la misma tormenta, también lo es que no todos viajamos en el mismo barco; la pobreza y la desigualdad lo impiden. Existen millones de mexicanos que les es insostenible quedarse en casa, pues si lo hacen no podrían llevar el pan a la mesa.
Aunado a ello, y vaya que no hay manera sutil de escribir al respecto, todos los indicadores y análisis serios sostienen que todas las crisis del pasado serán una bicoca en comparación a lo que comenzaremos a sufrir antes de que se termine el año: desempleo (el FMI calcula alrededor de 3 millones), informalidad (más del 56.2% de la Población de 15 años o más que trabaja lo hace desde la informalidad), crecimiento de los delitos, violencia e inestabilidad.
Ante este escenario tan crudo, México no puede y no debe ser el mismo; en palabras de Gladwell, esta terrible circunstancia deberá significar un “punto de quiebre” que hará posible que exista un cambio drástico en nuestra sociedad, hago votos para que sea rumbo a la conciencia real, por parte de la sociedad y nuestros gobernantes, que existe una desigualdad lacerante y que se requiere de la participación de todos; a saber, sociedad civil, empresarios y gobiernos, para dejar sentado en la historia y ante los ojos de nuestros hijos, que esta situación no fue en vano y que nos permitió sacar lo mejor de nuestra humanidad, creatividad, voluntad e inteligencia en beneficio de un futuro más justo y digno para todos.
Todos tenemos tarea por hacer: los ciudadanos exigir y participar; los empresarios animarse a apostar por negocios rentables que frenen la desigualdad y; los gobiernos en generar políticas públicas que se centren en impulsar la justicia social.
Julián Pulido Gómez
*Maestro en Administración Pública (INAP)
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