El Banco Mundial (BM) acaba de dar a conocer el Informe Semestral de la Región de América Latina y el Caribe, abril 2020, donde plantea que, al mal desempeño de la economía de la región, en 2019, se añade el shock producido por el Covid-19.
Para el BM, la región se enfrenta a “un gran shock de oferta” ya que “la demanda de China y de los países del G7 disminuirá drásticamente” con implicaciones para los exportadores de productos primarios de América del Sur y de bienes manufacturados y servicios de América Central y el Caribe. A esto se añade la caída de los precios del petróleo, que afecta a los exportadores, y el colapso del turismo en los países de la cuenca del Caribe.
Los esfuerzos por contener la epidemia han producido el descenso en la actividad económica en países que no tienen el espacio fiscal de las economías avanzadas y sí tienen altos niveles de informalidad que hace “mucho más difícil llegar hasta sus empresas y hogares por medio de mecanismos como el aplazamiento del pago de impuestos y las subvenciones salariales”, plantea el BM.
Y advierte que, “las dificultades de la crisis serán enormes para grandes segmentos de la población” que viven al día y no tienen recursos para afrontar el confinamiento necesario, para contener la propagación de la epidemia”. Muchos de estos hogares dependen de las remesas “que están colapsando” ante la parálisis de la actividad económica en los países de acogida, donde los trabajadores migrantes se encuentran entre los más afectados.
La respuesta de política debe abordar la dimensión social de la crisis y el “consejo estándar”, que da el BM, “es proteger a los trabajadores en lugar de los trabajos” porque “el capital humano específico de la actividad podría perderse, y aumentar la producción más adelante podría ser más difícil” lo que afecta el crecimiento de la economía.
Para el BM las empresas deben recibir el apoyo del gobierno “a cambio del compromiso de mantener a sus trabajadores” y las más pequeñas deben ser asistidas por bancos y éstos “recibir incentivos” y garantías, para mantener “la disponibilidad de liquidez en un contexto de crecientes necesidades de capital de trabajo”.
En esta crisis las pérdidas deben centralizarse en los gobiernos, considera el BM, en el entendido que para algunos esto no es posible y habría, entonces, que “comunicar con claridad cómo se gestionarán las pérdidas” esto regularía las expectativas y “ayudaría a los agentes económicos a adaptarse al nuevo entorno”.
La gestión de la crisis requiere un pacto social que va más allá de “abordar las necesidades inmediatas y trazar el camino hacia una recuperación fuerte y sostenible. Las medidas de emergencia bien definidas son un paso en esta dirección”, pero “es necesaria una visión de largo plazo. Los países deben tratar de recuperar su agenda de desarrollo, con el empleo y la transformación económica como pilares fundamentales”, afirma el BM.
Twitter: @RubenAguilar