Desde su fundación, hace más de quince años, la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión ha sostenido como elemento prioritario la superación académica de sus miembros. Entendemos que de tiempo atrás y por la aportación universitaria el periodismo ha dejado de ser un oficio para convertirse en profesión. De ahí la tarea de elevar nuestros valores y conocimientos en atención a nuestra vocación y a la opinión pública. El periodismo y los periodistas no deben ser descalificados por la crisis promovida por otros sectores. La evaluación, certificación y auditoría a nuestro trabajo es cotidiano. Por fortuna en nuestro país se exhiben sin cortapiza diferentes corrientes de pensamiento que no proponen confrontación sino variedad de ideologías, todas respetables, que ofrecen a la comunidad elementos de juicio e información vital. El quehacer periodístico nacional, por ejercicios equivocados, hoy se ha convertido en el más peligroso, con persecuciones, amenazas y ejecuciones que muestran un altanero grado de impunidad cobijada por las autoridades. A esto se suma las constantes agresiones verbales, señalamientos y persistentes calificativos desde el poder ejecutivo. El periodista cumple con una obligación como en todo empleo, pero dentro de la academia exigimos como responsabilidad primaria la honestidad, la integridad, el, profesionalismo y muy importante, el respeto.
Catalogar al gremio de la comunicación y de la información como un elemento al servicio de intereses políticos, comerciales o electorales es mostrar públicamente una incapacidad para reconocer que un país, un estado, un gobierno y un pueblo serán mejores en tanto más educados, informados y reclamantes sean.
Los tapabocas sirven para pandemias no para conductores de la opinión pública. Todos en conjunto y en lo individual que formamos con orgullo la estructura de la ANPERT tenemos una biografía pública y sabemos sostener nuestros argumentos, no así quienes viven del engaño, la diatriba y la manipulación emprendida casualmente fuera de nuestra profesión. Grabar ideas empuñando una pluma, usando un micrófono o divulgando imágenes presenta un alto grado de compromiso que incluso es vigilado por las leyes de nuestro país. Proferir ofensas, calumnias, epítetos y difamaciones sin castigo alguno solo dibuja la estatura de quien les emite y su necesidad de sobresalir hiriendo a otros.
En la ANPERT sabemos rectificar, estamos sujetos a una comisión nacional de honor en lo interno, tratamos de que cada uno de nosotros esté acreditado por una institución académica y terminamos nuestra jornada diaria dialogando con millones de compatriotas y con la frente en alto, sujetos siempre al debate limpio, al enriquecimiento de propuestas, al mejoramiento del lenguaje y al crecimiento de las nuevas generaciones. No nos mueven los impulsos irreflexivos ni las afrentas ligeras. No aceptamos en nuestro renglón de vida el término mediocridad. Las tolvaneras que promueven algunos no nos van a doblar, menos sus arengas sin sentido y radicales. No somos ni seremos por convicción ni esquiroles ni bufones de nadie.
En la ANPERT “todos somos uno” porque tenemos muy claro que México está por encima de cualquier grupo que pretenda desestabilizarlo. Estamos comprometidos con su futuro porque nos sabemos responsables de nuestro pasado. Hoy más que nunca sacaremos la casta, el pundonor y la ética porque los que hoy hablan se irán, pero el periodista siempre prevalece, queda y construye historia, quedan testimonios.
Lic. Carlos Ramos Padilla, presidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión.