Pasada la emergencia, la salida del bache pasa necesariamente por las micro, pequeñas y medianas empresas. De acuerdo con los Censos Económicos 2019, de todos los negocios en el país, los micro son 95% y generan el 37.8% de los empleos. Las PYMES son 4.8% y mantienen 30.6% de los puestos de trabajo. Es decir, la economía familiar de la mayoría de los mexicanos depende de cómo le vaya a esos comercios, talleres, servicios locales y otros establecimientos que coloquialmente conocemos como changarros.
En este momento muchos establecimientos, particularmente los que ofrecen productos y servicios directos al público, están cerrando o enfrentando bajas dramáticas en su clientela e ingresos. ¿Qué tanto podrán sobrevivir, considerando que la mayoría no cuenta con herramientas financieras para resistir más allá de unos cuantos días, antes de caer en quiebra? Su circunstancia, de por sí es complicada. Enfrentan problemas de capital de trabajo al día, cobranzas que llegan a diferirse por meses y nóminas que apenas alcanzan a cubrir.
Los organismos empresariales están poniendo el dedo en la llaga al subrayar la necesidad de apoyar a las MPYMES, y en la administración pública federal están sobre la mesa medidas que podrían anunciarse de inmediato: como el subsidio de las contribuciones de seguridad social y vivienda durante el periodo de la emergencia, estímulos fiscales al ISR para los ingresos más bajos, etc.
La banca está diseñando esquemas, en conjunto con las autoridades reguladoras, para aplazar o suspender fechas límite de pago, y así evitar el aumento de la cartera vencida. También planes de financiamiento para hacer frente al atorón. Desde el frente de la política social, considerando que hay muchos negocios sin acceso al financiamiento, el Presidente de la República adelantó que habrá más recursos en el programa Tandas para el Bienestar, que son préstamos a la palabra para personas y negocios que viven al día.
Para las grandes empresas, que generan 31.6% de los empleos del país, es importante impulsar programas de inversión en rubros, como infraestructura, que detonen y reimpulsen el desarrollo. Las economías más avanzadas del mundo están garantizando, desde ahora, liquidez para sus empresas, y acceso al crédito para consumidores, a fin de que sus mercados internos se reactiven en cuanto pase la cuarentena.
Ese es justo el camino que debemos seguir para evitar la pérdida de empleos y la quiebra de negocios. La solidaridad de los mexicanos tiene que verse ahora, también, desde el punto de vista del consumo. El acceso al crédito con tasas de interés más accesibles tendría que impulsar la economía como la mejor manera de retomar el crecimiento frente a un escenario internacional tan inestable.
Planes bien diseñados pueden reactivar mercados deprimidos como el automotriz, con financiamientos atractivos que permitan mantener un parque vehicular adecuado y muchos empleos. Esta industria ha sido la más golpeada: en febrero, las ventas subieron 0.3% luego de 32 meses de caídas consecutivas. La producción en 2019 cayó 4.1% y las exportaciones cayeron 3.4%.
Si bien nosotros no tenemos una economía tan sólida como las del primer mundo, que pueda ofrecer apoyos de magnitud mayor, la voluntad, la creatividad y el trabajo en equipo entre sociedad y gobierno son grandes fuerzas.
@AdriDelgadoRuiz