La crisis del virus Covid-19 está poniendo a prueba los liderazgos mundiales. China está teniendo éxito entre otras cosas por su modelo de Estado no democrático en el que se hace lo que diga el gobierno. Eso ha sido una ventaja que la gente no menciona, desobedecer al Estado en China es prácticamente, firma tu sentencia de muerte, ni quien se entere de lo que en realidad está sucediendo dentro de sus fronteras.
Por otro lado, Europa, particularmente Italia y España están sufriendo una epidemia que parece que se ha salido de control, tanto es así que los gobiernos han tenido que decretar el estado de alarma donde se limita, se ha limitado y se limitará el derecho a la libertad de movilidad. Grave para democracias maduras y estables.
Aunque parte de la oposición en España ha responsabilizado al gobierno que encabeza Pedro Sánchez, me parece que han rayado en la exageración oportunista para criticar algo que seguramente ellos no habrían hecho mejor. ¿Cómo se combate a un enemigo invisible? ¿Cómo hacer para detectar la incubación de un virus que a veces ni siquiera presenta síntomas? Imposible.
En Irán la cosa también parece que se ha desbordado. Mientras que en el continente americano parece que hemos retrasado las medidas de prevención en aras de mantener la normalidad o, mejor dicho, que las medidas están siendo progresivas para no alarmar a la población más de lo “necesario”. Al menos esa es mi lectura.
El caso es que las consecuencias de dicha pandemia están siendo catastróficas para un mundo en desaceleración económica, situación que se verá reflejada y acentuada en el corto, mediano y largo plazo. Además de las de salud pública que no puedo dejar de mencionar.
Lo que podemos observar es que en momentos donde la democracia y el modelo capitalista estaban siendo cuestionados de una manera generalizada e incluso hasta violenta, Covid-19 dará paz al 2020 como si de una oportuna tragedia mundial se tratara para “controlar” la situación.
De pronto el Estado-Nación se vuelve importante y las grandes corporaciones financieras tendrán el pretexto perfecto, no justificar su ineficiencia frente a la población. Los gobernantes se erigirán como garantes de la integridad y la seguridad de los ciudadanos a los que gobiernan y la economía mundial, ya de por si mermada, tendrá la oportunidad de resurgir como si de una ave fénix se tratara.
Todo indica que el aislamiento más que físico, será psicológico, aislamiento en el que por nuestra naturaleza humana estaremos más preocupados por sobrevivir que en señalar a los gobernantes mundiales, organizaciones internacionales políticas y económicas sobre sus aciertos o errores.
Coronavirus será volverle a poner la corona al Rey para que todo se mantenga como antes, la única diferencia que aparecerá será lo que ya se veía venir desde hace tiempo: la consolidación de la 4ª revolución industrial, seres digitales de tiempo completo.
Es pues por tanto un reinicio del mundo que comenzaremos a vivir cuando se levante el decreto de aislamiento.
Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
Abogado internacionalista y catedrático universitario.
Correo: cgonblanc@aim.com