Para hacer frente a estos tiempos de crisis, angustia e incertidumbre, El Tao Te Ching es una ayuda para alcanzar la serenidad, principalmente.
El Tao Te Ching, un clásico de la sabiduría china, acumula siglos de antigüedad y es de una belleza poética incomparable
“Lo que está en reposo es fácil de manejar… lo que aún no es manifiesto es fácil de impedir”, texto que se le atribuye a Lao Tse.
Actúa antes de que los problemas se presenten, pon orden en las cosas, antes de que se produzca la confusión.
Lao Tse, invita a la reflexión entender y enfrentar, de este modo el asunto de la crisis mundial, generada por la pandemia del coronavirus podría ser sobrellevada con éxito.
Aunque se tiene derecho al libre albedrío, y se podría optar por sufrir, con cada cancelación de actividades profesionales y personales, para evitar el cúmulo de personas contagiadas, como medida precautoria resultado de las cuarentenas obligatorias que los gobiernos de cada país están decretando. Situación que afecta gravemente la economía en general.
Sin embargo, de nada serviría angustiarse. Todo es transitorio.
Valoremos lo bueno que provocó la situación actual, cómo actuar desde la previsión y prevención de conflictos mayores.
Recordemos que El Tao, o Camino del Tao, es un sistema de pensamiento (no cerrado, aunque sí reúne un conjunto de ideas comunes e hilvanadas), que se desarrolla mediante una concepción unitaria del mundo y, más allá, constituye una manera de estar en él, de habitarlo y acogerlo. Frente a los característicos desgarros del universo humano, repleto de traición, corrupción, dolor, desigualdad y sufrimiento, el Tao nos habla de un regreso al elemento más esencial y a recuperar la sencillez , evitando así poner en riesgo el conocimiento de lo que es vivir.
El desapego y la quietud, son la clave para conducirnos a través de un vaciamiento de lo exterior que nos conduzca a la introspección y conocimiento de uno mismo. Mientras que nuestra “sociedad del cansancio” (así denominada por el filósofo Byung-Chul Han), se siente impelida a desarrollar una constante producción, a reaccionar a los constante estímulos a los que nos vemos expuestos, el Tao nos insta, al contrario, a la inacción, a la contemplación, así como al compromiso con nosotros y el mundo.