Razón en blanco – Muchos días de protesta por las mujeres

El próximo 8 de marzo se conmemora el día de las mujeres como una forma de reconocimiento a un colectivo del que he escrito en más de una ocasión en la presente columna de opinión y que me parece relevante destacar para la agenda pública.

He recibido críticas de todo tipo cuando he comentado sobre la violencia y la exclusión de las mujeres en México y el mundo, pero lo importante es que no resulte indiferente a nadie.

No es nuevo, y es sabido por expertos, académicos, gobernantes, líderes sociales y público en general que la equidad de género sigue siendo una deuda con el género femenino.

Violencia, brecha salarial, exclusión educativa, pobreza, explotación y abusos, son algunos de los hechos que tienen que sufrir las mujeres en prácticamente todo el mundo.

Quien se atreva a decir que no hay violencia de género o inequidad de género, no solamente miente, resulta machista y contrario a toda evidencia. México es un ejemplo claro de que la inequidad de género y sobre todo la violencia contra las mujeres es un problema, y un problema serio.

La violencia bajo cualquier circunstancia nunca podrá ser justificada, y mucho menos cuando por motivo de género se intenta someter a la otra, o como diría M. Foucault: el poder se quiere ejercer incluso queriendo poseer al otro, dominándolo, transgrediéndolo.

Este no será un artículo para profundizar en las causas de la inequidad de género, me parece que el primero paso para remediarlo es, reconocer en nuestra sociedad, que efectivamente existe violencia estructural en contra de las mujeres es un hecho, una realidad y que parte de la solución es primero, visibilizar el problema, y segundo, atacar este problema desde la propuesta y sobre todo la puesta en práctica de políticas públicas que atajen el problema.

Por eso me parece que las protestas buscan justamente visibilizar el problema, no solo para el gobierno sino para la sociedad en general. Sino lo entendemos por las buenas, lo entenderemos por las malas, yo quiero vivir en un barrio, una ciudad, un Estado y un país donde nadie tenga miedo de salir de compras o de ir a su trabajo o de ir a estudiar.

Las protestas son formas sociales de manifestarse cuando no estamos de acuerdo con algo, o cuando hay una violación a nuestros derechos incluso, como por ejemplo cuando el Estado no está garantizando su función, como su obligación de resguardar nuestra seguridad e integridad física.

Pero también resulta relevante e indispensable para cambiar nuestros paradigmas, que las cosas cambien desde casa, acabar con inequidad de género en casa es el gran reto, pero para ello, la gente tenemos que sensibilizarnos y reconocer, nos guste o no, que tenemos un problema.

Lejos de ser un asunto que nos divida, la lucha por la equidad de género debiera ser un asunto que nos una y que nos invite a reflexionar sobre los asuntos verdaderamente trascendentales para nuestras sociedades.

Me parece que las protestas por la equidad de género y en contra de la violencia contra las mujeres tardó en llegar, pero llegaron, y deben seguir ahí hasta que verdaderamente la sociedad comencemos a entender que unidos, hombres y mujeres, somos más fuertes.

Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
Abogado internacionalista y catedrático universitario.
Correo: [email protected]

@cgonblanc

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