Los momentos difíciles y graves que vive la humanidad por la fractura intensa de su relación con la naturaleza, medio ambiente, requiere, sin duda alguna, la inmediata intervención de la filosofía que cimiente los orígenes y fortalezca los fines de esta relación del hombre con la naturaleza.
La filosofía medioambiental es una rama de la filosofía que se ocupa del entorno natural y del lugar de los seres humanos dentro de ella. Como tal, es una posición única, en sí misma, para hacer frente a los desafíos del siglo XXI, para hacer frente a los retos de nuestra era.
Este campo hoy caracteriza por una notable diversidad de enfoques estilísticos, filosóficos y culturales con las relaciones medioambientales y humanas, de reflexiones personales y poéticas sobre la experiencia del medio ambiente y los argumentos para panpsiquismo para aplicaciones maltusianas de la teoría de juegos o la cuestión de cómo poner un valor económico a servicios de la naturaleza, pero principalmente el enfoque de como inspirar a la sociedad de participar activamente en los esfuerzos de contrarrestar el cambio climático.
Los múltiples proyectos de organismos internacionales para sanear y aliviar, en lo posible, esta falla del hombre, están viciados de origen; por su tutela a los intereses políticos y económicos que solventan el aprovechamiento sin medida de nuestros recursos naturales. En consecuencia, la intención de solución proveniente de estos organismos no será legítima por obedecer a intereses ajenos.
También, las sociedades occidentales, dominadas por el materialismo, están sometidas a los mecanismos productores de recursos económicos y ajustan su actividad a la obtención de esos recursos, es pues, casi imposible, que estas sociedades busquen la solución al defecto del hombre para relacionarse con la naturaleza en las ideas, en los principios fundamentales, en la reflexión, en el análisis puro, en la filosofía total; esto les parece inútil y risible.
No olvidemos que la filosofía es el reflexionar individual para encontrar la respuesta a preguntas simples, ordinarias y personales; hasta para buscar la respuesta a esas preguntas absolutas, generales y extraordinarias.
Solamente existe una forma de hacer sinergia con la naturaleza: obedeciéndola. Si no la obedecemos, toda su enorme fuerza traerá destrucción. La única forma de obedecer a la poderosa naturaleza es que el hombre con su actividad utilice con exactitud y precisión cada elemento de la naturaleza que pretende aprovechar. Si no es así, si emplea de manera equivocada un elemento de la naturaleza, ésta, sin contemplaciones reaccionará con fuerza y traerá destrucción.
Esta época caracterizada por los intereses materiales, ha nulificado los valores. El uso de la razón, como herramienta para usarla en el aprovechamiento correcto de la naturaleza, ha caído en desuso y las herramientas supuestamente correctas actuales que tienen una brillante vigencia son aquellas cuyo producto son los recursos económicos y son más útiles y eficaces cuantos más recursos económicos producen.
En este orden de ideas el movimiento de ecología profunda a la que debemos aspirar como humanidad es bajo algunos principios básicos, tales como:
- El bienestar y el florecimiento de la vida humana y no humana tienen valor.
- La riqueza y la diversidad de formas de vida contribuyen a la realización de estos valores y también son valores en sí mismos.
- Los seres humanos no tienen derecho a reducir esta riqueza y diversidad excepto para satisfacer necesidades vitales.
- El florecimiento de la vida humana y las culturas es compatible con una disminución sustancial de la población humana.
- La interferencia humana presente en el mundo no humano es excesiva, y la situación está empeorando rápidamente.
- Por lo tanto, las políticas deben ser cambiadas. Estas políticas afectan a las estructuras económicas, tecnológicas e ideológicas básicas. La situación resultante será profundamente diferente de la actual.
- El cambio ideológico es principalmente el de apreciar la calidad de vida (vivienda en situaciones de valor inherente), en lugar de adherirse a un nivel cada vez más alto de vida. Habrá una profunda conciencia de la diferencia entre grande y bueno.
- Los que se suscriban a los criterios antes mencionados tienen directa o indirectamente la obligación de tratar de implementar los cambios necesarios.
Es menester tener presente lo anterior ya que el egoísmo del hombre sustentado en intereses políticos y económicos, está violando e incumpliendo esa relación originaria con la naturaleza. La consecuencia de esta conducta irracional del hombre no es la destrucción de la naturaleza, es, por el contrario, la destrucción del hombre por la naturaleza.
Los métodos y sistemas ya empleados en aliviar esta relación deteriorada han fracasado y continuarán fracasando porque son proyectos de los intereses políticos y económicos que provocan esta mala relación.
Ya las pretendidas soluciones basadas en recursos económicos no funcionaron. Es menester reflexionar y reconocer la profunda necesidad que el hombre tiene de la razón como herramienta para construirnos un hogar cómodo junto a nuestra madre naturaleza.
La humanidad está cavando un abismo profundo en su relación sana con la naturaleza: confundida lo considera progreso; ciega cava con esfuerzo un futuro desastroso.
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