En la pasada entrega finalizamos con la pregunta que realiza el profesor del King’s College de Londres, Lawrence Freedman, autor del libro “Estrategia: Una historia” (2013): ¿Es posible manipular y configurar nuestro entorno en vez de ser simplemente las víctimas de fuerzas que están más allá de nuestro control?
Para ser capaces de contestar dicho cuestionamiento, vale la pena traer a cuenta un famoso pasaje bíblico: “la carrera no la gana el más ágil, ni la batalla el más fuerte” (Eclesiastés 9:11), aunque ante ello el escritor americano Damon Runyon añadió de manera picaresca: “Pero yo apostaría por ellos”.
Así pues, es importante anotar que sí es posible luchar contra una fuerza superior y salir victorioso, sin embargo, implica una inteligencia superior, creatividad, valentía, estratagemas, maniobras y un ingenio más vivo; todo lo anterior partes fundamentales de la estrategia.
De igual manera, en la pasada columna les platiqué a grandes rasgos lo que no es y sí es la estrategia, acordamos que se trata del acucioso y exacto equilibrio entre los fines, los métodos y los medios. Establecimos que contempla identificar las causas más que los síntomas e inclusive utilicé la alegoría del árbol y el bosque.
En esta ocasión, además de dejar claro que la respuesta a la pregunta que lanza Freedman es un contundente “sí”, aprovecharé estas breves líneas para platicarte de tres aspectos que son elementales en la estrategia humana.
Me refiero al engaño, las alianzas y el uso de la violencia; en otras palabras, las raíces de la política.
El engaño implica comprender a los otros suficientemente bien y así llevar siempre la ventaja ante sus posibles acciones. Aquí me atrevería a decir que el máximo exponente al respecto ha sido Sun Tzu, quien en “El Arte de la Guerra” es recurrente su consejo de saber usar la astucia y la sagacidad para vencer.
Las alianzas se dan a partir de mostrar gratitud o rencor dependiendo de si se ha recibido o no apoyo de otros. La base de este aspecto son las interacciones sociales, las cuales son posibles mediante la empatía y la visión a futuro, es decir, intuir las consecuencias potenciales de nuestras acciones y ser capaces de planear una ruta hacia nuestros objetivos.
El incurrir en el uso de la violencia debe ser limitado, incluso es la última opción de modo que se pueda vivir cooperativamente en el futuro. El objetivo no es el conflicto, todo lo contrario, transformarlo, para ello, la creatividad y la innovación son más que necesarias.
En la siguiente entrega tocaremos otras características más sobre la estrategia que la hacen tener dejos de reto y dramatismo.
*Maestro en Administración Pública (INAP)
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