Feminicidio y las mujeres como objeto

Desde hace años por no decir décadas o siglos, en México y en algunas partes de América Latina las mujeres viven una realidad por decir poco, cruel, inhumana y degradante. Las mujeres son, para algunos sectores de la sociedad machista un objeto, y nada más.

La violencia estructural ejercida contra la mujer es más la regla que la excepción en México y en gran parte de América Latina, y esto no es más que la consecuencia de una cultura sectaria y la falta de educación en la mayoría de la población, es normal que la mujer ocupe un lugar “inferior”, es normal verla como un “mueble”.

Y tan grave es este asunto, que muchas veces, algunas mujeres sobre todo de generaciones “antiguas” fomenten esta visión del rol social que debe ocupar el género femenino.

Nueve mujeres son asesinadas diariamente en México, de acuerdo con INEGI ganan aproximadamente un 16 % menos que un hombre, aportan el 70% de sus ingresos al hogar, si es que trabajan, y la brecha de liderazgos empresariales, políticos y sociales salta a la vista cuando vemos quienes dirigen las grandes corporaciones y organizaciones públicas y privadas.

Esta semana han saltado dos temas que me parece relevante mencionar:

El primero tiene que ver con la propuesta del Fiscal General mexicano quien propone eliminar el tipo penal de feminicidio. Sus razones, dice que es complejo adecuar lo que está establecido en la norma penal contra lo que sucede en realidad, o, dicho de otra manera, el feminicidio es prácticamente imposible de probar y por tanto resulta inoperante para su efectiva aplicación.

Sin concederle la razón, podría pensarse que jurídica y técnicamente hablando es un reto para la impartición de justicia poder efectivamente probar el delito de feminicidio, no obstante, el Fiscal perdió de vista algo muy importante, que la ley, aunque imperfecta también es una herramienta social de aspiración para nuestra comunidad. O, dicho de otra manera, aunque la ley no se cumpla, tiene y debe ser nuestra guía como sociedad, no porque la gente no respete las normas más básicas de tránsito, debemos desaparecer los reglamentos, pues la sociedad mexicana, como cualquier otra, aspira a la paz y a la justicia.

El segundo, un reportaje periodístico que denuncia la práctica “normalizada” de explotación sexual en el Estado de Tlaxcala, México, donde mujeres son explotadas sexualmente, llevadas a Estados Unidos para el mismo fin donde clanes radicados en esta zona de México han hecho de su “modus vivendi” esta práctica del proxenetismo.

Y tan normal es esta práctica que los jóvenes de esta zona de México aspiran a ejercer esta práctica como una forma de vida y de sustento para ellos y sus familias. En una especie de herencia profesional y de “oficio” donde la mujer es una mercancía.

Es, a fin de cuentas, una práctica normalizada donde las mujeres son el centro de atención, pero no precisamente por su dignidad o su talento humanos.

Dicho esto, no sería sorprendente que las mujeres salieran a protestar por su seguridad, por su dignidad, por su lucha por la equidad de género, de hecho, ya se habían tardado en ello. A quienes no se ve por la labor de priorizar estos temas es a la actual administración liderada por el presidente López Obrador.

Quizá sea momento de ponerle atención a estos temas desde la construcción y concreción de políticas públicas tendentes a ello, pero lo más importante y como siempre lo digo, es momento de empezar o en su caso consolidar, una cultura y educación basada en el respeto en general, y en la mujer en particular.

Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
Abogado internacionalista y catedrático universitario.
Correo: cgonblanc@aim.com

@cgonblanc

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