El lobo es uno de los grandes depredadores de la naturaleza, símbolo de fuerza y astucia, con una estructura social muy singular. Los lobos viven en manadas cuyos individuos ocupan un territorio común, el cual defienden de manadas vecinas, y que compiten por alimento. Las manadas son familias constituidas por la pareja reproductora y su descendencia nacida en los tres últimos años. Esta capacidad de grupo les ayuda a utilizar todos los recursos de la manada para cazar y asegurar la supervivencia de la jauría.
Históricamente los lobos han sido objeto de todo tipo de mitos, lo que ha causado que el hombre lo rechace, lo acose y lo elimine, conduciéndolos en muchos casos al borde de la extinción.
El lobo gris mexicano (Canis lupus baileyi) es una de las cinco subespecies de lobo gris que habitan en Norteamérica, es también la más pequeña de estas subespecies, con un peso que varía desde los 25 hasta los 45 kilogramos, de una longitud no mayor a 135cm y una altura que va de los 60 a 80cm a la cruz. El lobo gris mexicano se ubicaba en Arizona, Nuevo México y Texas, en los Estados Unidos, y en México: en Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí, Jalisco, Guanajuato, Puebla, llegando hasta Oaxaca.
El lobo se desplazaba libremente por dichos territorios, sin embargo, su libertad tenía un costo, ya que su aparición en los campos ganaderos generó conflictos por depredación del ganado, debido a que los ranchos ganaderos invadieron los hábitats donde se distribuían sus presas naturales.
Para el año de 1903, los conflictos lobo-ganado aumentaban, así también la ambición de los ganaderos por poseer más territorio para la ganadería, fue entonces cuando los gobiernos de Estados Unidos y México impulsaron campañas de exterminio, motivos diversos; desde depredación en masa hasta problemas de rabia, sin embargo la campaña resultó ser la puerta para la extinción de la especie, en 1970 ambos países reconocieron que ninguna manada de lobo gris mexicano habitaba en los bosques templados de América del Norte. Preocupados por la inminente extinción, los dos países buscaron ejemplares por ambos territorios.
Corría el año de 1971, fue entonces cuando Roy McBride, un experimentado localizador de huellas y quien había participado en las campañas de exterminio, localizó a cinco ejemplares; cuatro en Durango y uno en Chihuahua. Los capturó y los entregó para un proyecto de conservación binacional que se gestaba, éstos se convertirían en un pie de cría -conocidos como “linaje McBride”- junto con otros lobos que ya se encontraban en cautiverio en algunos zoológicos.
Hoy en día el programa binacional de reproducción en cautiverio del lobo gris mexicano es uno de los programas de conservación más exitosos y reconocidos a nivel mundial. Los resultados del programa han sido esperanzadores para la especie, desde que inició formalmente en 1977 han nacido más de 500 crías de lobo, ejemplares que se encuentran en zoológicos y criaderos especializados, manteniendo poblaciones genéticamente viables.
En el 2018 la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) liberó 7 ejemplares de lobo gris mexicano -todos de un mismo grupo familiar-, para el proceso de liberación se contó con la colaboración de la Dirección General de Vida Silvestre (SEMARNAT), de la Universidad Autónoma de Querétaro, de Asociaciones Civiles, de la UMA Buenavista del Cobre y de ganaderos de la región, trabajo social y multidisciplinario indispensable para asegurar la supervivencia de los ejemplares en su medio silvestre.
El clan liberado estaba conformado por un macho de 5 años; una hembra de 10 años; y cinco cachorros de cuatro meses, todos ellos provenientes de la Unidad de Manejo y Aprovechamiento de Vida Silvestre (UMA), Buenavista del Cobre, de Grupo México.
Antes de ser reintroducidos, los ejemplares fueron evaluados física y conductualmente, el diagnóstico resultante fue que no presentaban algún tipo de patología y que no exhibían comportamientos que pudieran comprometer su supervivencia en vida libre. Así mismo se contó con la validación del Servicio de Pesca y Fauna Silvestre de los Estados Unidos (Fish and Wildlife Service), concluyendo que los ejemplares se encontraban listos para ser liberados. A los progenitores se les colocaron collares de telemetría satelital para monitorear su desplazamiento y zonas de actividad, y tener un adecuado seguimiento de la manada y de esta manera poder actuar en caso de alguna contingencia que pudiera comprometer su vida.
Hoy en día el número de ejemplares en vida libre asciende a más de 30 individuos, no obstante, de cada lobo gris mexicano puesto en libertad, existe una historia y un aprendizaje, tal es: la experiencia en el manejo de la especie en cautiverio y su reintroducción al medio silvestre, así como el trabajo social realizado con las comunidades rurales, en los procedimientos legales y administrativos, y en el conocimiento científico, que en conjunto han dado pauta para que los procesos de liberación sean de florecimiento y con mayores expectativas de supervivencia en los ejemplares puestos en libertad.
Parte de este aprendizaje fueron los ejemplares -tres hembras y dos machos- liberados en el 2011 en Agua Prieta, Sonora, todo suponía que serían los primeros cinco lobos que vivirían libremente en territorio mexicano, sin embargo, cuatro de ellos murieron envenenados antes de que se cumplieran dos meses de su liberación, uno de los problemas que se presentaron en esta liberación es que no hubo un adecuado trabajo social y concienzudo con las comunidades aledañas al sitio de liberación, así como de acondicionamiento conductual de los ejemplares, y los costos fueron muy altos; a pesar de esto, un ejemplar logró sobrevivir, una hembra, quien tuvo una mayor movilidad, después de la muerte de su manada se mantuvo en la Sierra San Luis, Sonora, y en abril del 2012 inició un largo recorrido de 700 kilómetros hacia el sureste, por la Sierra Madre Occidental hacia el Estado de Chihuahua, aquí logró encontrar un territorio donde establecerse sin problemas, posterior a esto, se liberó un macho en el área de dispersión de la hembra, el cual logró adaptarse y juntos han tenido un poco más de 20 crías en libertad.
Los esfuerzos para la recuperación del lobo gris mexicano han sido gratificantes y cada día se eleva la posibilidad de tener poblaciones sanas en vida libre, variedad que llamamos paraguas, es decir, que por sus hábitos hogareños y amplia distribución geográfica, ocupa en las cadenas tróficas un alto nivel y gracias a ello hacen posible de manera indirecta que se conserven otras especies, teniendo un efecto positivo en todo el ecosistema.
Un ejemplo de esta lucha son los trabajos de conservación que la Comisión Estatal de Parques Naturales y de la Fauna (CEPANAF), organismo desconcentrado del Gobierno del Estado de México ha llevado a cabo, y que actualmente cuenta con un programa de reproducción de lobo gris mexicano con fines de reintroducción, albergando a una pareja reproductiva en el Parque Estatal “El Ocotal”, dicha pareja ha tenido 4 crías; tres nacidas el 20 de abril de 2018 y una más el 21 de abril de 2019. Con ello, la CEPANAF participa de forma activa y proactiva en la conservación y recuperación de especies prioritarias para México.
La legislación mexicana, a través de la NOM 059 SEMARNAT 2010 enlista al lobo gris mexicano (Canis lupus baileyi) como subespecie probablemente extinta en el medio silvestre (E). Por tal motivo, su reproducción y reintroducción adquieren gran relevancia en la continuidad biológica y evolutiva de esta subespecie. Si deseamos que su categoría de protección cambie y poder escuchar de nuevo los aullidos del lobo, dependerá en gran medida de la labor coordinada de los distintos órdenes de gobierno: instituciones educativas, investigadores, la buena voluntad y contribución de la sociedad civil, así como de las comunidades rurales, aleccionadas y organizadas.
Antero Carmona
*El autor es Médico Veterinario por la UAEMex. Ambientalista, incansable difusor de la protección, conservación y desarrollo sustentable de los recursos naturales, y promotor del trato digno y bienestar animal.
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