Un líder serio no puede dejarse llevar por lo que comúnmente se cree, el mundo actual impone la necesidad de gobiernos y empresas con líderes de mayor calidad y con amplia capacidad en la toma de decisiones.
Esta columna buscará ayudar, con información útil y sencilla, a dichos líderes que tienen claro muchos de los problemas que sufren en sus trincheras, pero no saben cómo resolverlos, por lo que suelen ofrecer respuestas aleatorias esperando que así cambie la situación.
Aprecio que Cadena Política me brinde este espacio que aspiro represente un puente donde se cultive el diálogo y las ideas. Cada semana abordaré diversos y variados temas de interés, así pues, no puedo más que agradecer su lectura acuciosa y crítica.
Dicho lo anterior entremos en materia…
Por ser la primera de mis columnas en esta mi nueva casa, considero de lo más relevante hablar sobre un concepto un poco olvidado en nuestra sociedad actual: el valor de fracasar.
Ante ello vale la pena cuestionarse ¿qué se puede aprender del fracaso?
Seguramente si lo piensa unos segundos se dará cuenta que algunas de las frases que emite el mexicano ante la derrota son: “hay que darle la vuelta a la hoja”, “ya ni modo”, “ya valió”, etc. Sin embargo, en muy pocas ocasiones hacemos un alto en el camino y analizamos el porqué de dicho resultado.
Pregúntese, ¿cuántas películas, entrevistas o análisis existen de las empresas o personas que probaron la hiel de la derrota? A nadie le gusta perder, luego entonces ¿a quién le interesaría ahondar en ella? Bueno, pues a Sydney Finkelstein sí.
El profesor de la Escuela de Negocios Tuck y escritor de Harvard Business Review, decidió llevar este tema a otro nivel y en su libro ¿Por qué fracasan los ejecutivos brillantes? (2003) en el cual expone casos sobre compañías que se encontraban en la cima y de un momento a otro cayeron por una decisión tomada de manera incorrecta. Sin lugar a dudas una obra obligada en el campo de la administración.
Le invito a buscar el libro del Profesor Finkelstein, pero ante todo a dejar de lado las respuestas fáciles y comenzar a pensar las causas reales del descalabro, a no caer en la superficialidad ni en la autocomplacencia, sólo así podrá identificar las piedras que le hicieron tropezar y posteriormente quitarlas del camino.
Bien dicen los que saben que “problema que se soslaya, estalla”, en ese sentido, piense que el valor del fracaso no sólo proviene del posible diagnóstico, sino también de la claridad de lo que debería hacerse para no caer. De eso hablaremos la siguiente semana.
¡Disfrute su puente!
*El autor cuenta con 20 años de experiencia en temas de Dirección de Personal y Talento Humano, tanto en el sector gubernamental como en la IP. Maestro en Administración Pública (INAP)
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