Para el 2050, el mundo necesita reducir en 50% el consumo de carne y lácteos, para evitar una catástrofe ambiental, plantea el británico Philip Lambery (1965) en entrevista con Kristin Suleng (El País, Domingo, 12.11.17)
En la actualidad, de manera industrial, se crían 70,000 millones de animales anuales, para consumo humano, que consumen un tercio de los cereales y la mitad de los antibióticos que se producen cada año.
El actual modelo de cría de animales, para la producción de carne “hace un uso intensivo del agua y la tierra, y es uno de los mayores responsables de la extinción de la vida en el planeta”, afirma Lambery.
Y agrega que abandonar “la ganadería industrial no puede ser una opción ética, sino que es un imperativo social”. La industria alega que necesita duplicar su producción, para alimentar a 10,000 millones de personas en 2050.
La realidad, dice el autor de La carne que comemos (Alianza Editorial), hoy se producen alimentos, para dar de comer a 16,000 millones de personas, pero se desperdicia más de la mitad y otra parte se usa en alimento de los animales.
Ahora las granjas emiten el 14.5 % de los gases efecto invernadero. En la visión de Lambery hay necesidad de replantear la manera de alimentarnos. La alternativa son las plantas. Una parcela de algas del tamaño de Portugal daría, para alimentar a 10,000 millones de persona al año.
“No se trata, dice la cabeza de la Compassion in Word Farming (CUWF), de reemplazar una industria por otra” se requiere un acuerdo para impulsar la “agricultura regenerativa, rotacional, que restaure la fertilidad de los suelos, sin antibióticos, y que permita la vida del planeta”.
Lambery sostiene que “un sistema regenerativo respetuoso con el medio ambiente no necesita químicos. La necesidad de usar químicos es falsa. El modelo más eficiente de producir carne y lácteos es tener una vaca pastando en la ladera. El problema es que esa vaca no provee a una industria alimentaria, farmacéutica, agroquímica ni de transgénicos”.
El relato dominante es que vivimos en tiempo de escasez de alimentos, que es el discurso de los portavoces de la industria alimentaria y sus afines, pero la realidad es que “vivimos en un mundo de abundancia de alimentos”, asegura Lambery.
La única salida “es una revolución alimentaria basada en la justicia social para impedir el Farmagedon (el armagedón de las granjas). Si no paramos este sistema que enjaula los animales, que lleva la vida del planeta a la extinción, que expulsa a los insectos polinizadores del paisaje y acaba con los suelos fértiles, nuestros hijos sí vivirán en la escasez”, concluye el entrevistado.
Twitter: @RubenAguilar