Una revolución es una lucha entre pasado y futuro.
(Fidel Castro)
2019 ha sido el año más violento en la historia de México, también el primero completo en el que un partido de “izquierdas” gobierna. Ha sido el primer año de gobierno entero liderado por el presidente López Obrador y su “movimiento” autonombrado como una “cuarta” transformación histórica del país.
Parecía que el liderazgo de alguien sensible y cercano a la población traería como consecuencia una revolución social que produciría cambios de fondo de una sociedad que lleva enquistada en la violencia, el bajo desarrollo económico y social, la falta de institucionalización y una profunda desigualdad.
Económicamente el país no tuvo crecimiento y las expectativas para el 2020 no son nada halagüeñas. A esto el presidente ha dicho que no se trata de crecer por crecer sino de mejorar el desarrollo humano. Aunque, por otro lado, negocia, empuja y presiona por la apresurada firma de un Tratado de Libre y Comercio para américa del norte. Esperanzados en que las cosas pueden mejorar, la economía se encuentra desolada, no sólo para el cierre de este año sino muy probablemente para los próximos de seguir la tendencia del gobierno.
El discurso del presidente prácticamente de todos los días es que la corrupción ya se ha terminado desde que “ellos” llegaron al poder. Afirma un día sí y el otro también que moralizarán a los mexicanos con el objetivo de tener comportamientos éticos dentro de nuestra sociedad. La esperanza de que esto realmente suceda se contrapone con la desolación que genera la realidad a causa de la falta de ética, civismo e “inmoralidad” de la que adolecemos entre la población mexicana. No se si se trata de megalomanía en la que la “4T” cree que cambiará las cosa por arte de magia y del discurso o de la falta de acceso a la realidad de los mexicanos por parte de la “4T”.
Entre la purificación de la vida pública, la esperanza de que México pueda cambiar contra la realidad de lo que México realmente es, hay un espacio de desolación que quizá ahueque la expectativas del proyecto de la “4T”.
Poner tantas expectativas en una sola persona o movimiento social puede resultar peligroso para una población que lleva años esperando lo que siempre ha podido hacer por sí misma: la transformación.
En el análisis social e histórico de la evolución de una sociedad, resulta relevante que no son sólo los líderes los que logran o consiguen los grandes cambios. Es la población la que puede conseguir los verdaderos cambios. Y quizá esto es más difícil de conseguir de descubrir en una sociedad que está acostumbrada a que “los otros” les resuelvan sus problemas.
Entre la esperanza y la desolación lo cierto es que la “4T” necesitará más que discursos, promesas, esperanzas y culpables en el pasado para poder realizar transformaciones de verdad.
Mientras sigamos enquistados en el pasado donde los otros son los culpables o responsables de nuestras tragedias, la “4T” será una esperanza que en breve se convertirá en desesperanza y desolación de un pueblo engañado.
Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
Abogado internacionalista y catedrático universitario.
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