En una reacción poco común, incluso única, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) solicitó de manera oficial a los Legionarios de Cristo que reduzcan al estado laical al sacerdote de esa congregación, Fernando Martínez.
Días atrás los Legionarios reconocieron, después de 50 años, los abusos sexuales perpetrados por este sacerdote en contra de niñas y niños en diferentes colegios de esa institución.
La CEM les pide también que el pederasta permanezca en México, para estar a disposición de las autoridades competentes.
Los Legionarios y su fundador, el pederasta Marcial Maciel, gozaron de la protección del papa Juan Pablo II y por eso los obispos mexicanos no se atrevieron nunca, teniendo la información de los delitos, a llamar a cuenta a la congregación.
Los tiempos han cambiado y los protocolos que ahora tiene la Iglesia, para enfrentar estos casos, plantean cero tolerancia para los casos del pasado y los que se puedan dar en el presente.
Los obispos plantean que en el reconocimiento de los Legionarios sobre los actos criminales de Martínez “no hemos encontrado un acto concreto de justicia y reparación del daño, para las víctimas, ni quienes actualmente, por parte de la congregación, asume la responsabilidad de transparentar a los responsables del encubrimiento”.
Así, la CEM aplica los nuevos ordenamientos de la Iglesia, que en los hechos trataron, una vez más, de evitar los Legionarios. Ahora los obispos mexicanos no quieren verse como cómplices de los discípulos de Maciel. En otro tiempo lo fueron.
La CEM ha hecho público, el pasado 10 de diciembre, que se ha pedido “a las víctimas, no solo a presentar denuncias penales, sino también, a exigir la reparación del daño por las acciones u omisiones por parte de los directivos de la congregación de los Legionarios de Cristo”.
“Expresamos, dicen los obispos, nuestro firme compromiso de que en este y en todos los casos de abuso sexual de menores en el seno de la Iglesia se dé atención prioritaria a las víctimas, se denuncie a los agresores, se repare el daño causado, los responsables enfrenten los procesos legales ante las autoridades civiles y canónicas, y éstas actúen de modo expedito y responsable”.
Éste, sin lugar a dudas, es el posicionamiento más fuerte y claro de la Iglesia mexicana en torno a los casos de pederastia y anuncia el camino que ahora se propone seguir. En este mismo año, meses atrás, en el Vaticano se aprobaron una serie de ordenamientos que ahora aplica la CEM.
La nueva postura de los obispos mexicanos frente a los Legionarios, pero también frente a todos los pederastas del pasado y los que puede haber en el presente, debe animar a las víctimas que todavía no lo han hecho a exigir justicia y reparación del daño.
Habrá que dar seguimiento a la acción de la Iglesia y a cada uno de los obispos. En el pasado, todavía hoy, los obispos, por ignorancia, pero también por una falsa idea de evitar el escándalo, son los que han permitido la acción de los pederastas y el daño a las víctimas.
Twitter: @RubenAguilar