El próximo 1º de diciembre, el presidente López Obrador cumplirá un año desde que juró cumplir y hacer cumplir las normas de México cuando tomó posesión como presidente del país.
Podemos comenzar con un breve análisis, simplista quizá, como algunas de las promesas de campaña del ahora presidente.
Muchos retos, herencias históricas, situaciones económicas, políticas y sociales que nos llevan a confirmar que no es lo mismo hacer campaña, que gobernar.
López Obrador prometió bajar el precio de la gasolina, cosa que no ha conseguido.
Prometió vender el avión presidencial y no ha podido hacerlo.
También prometió que creceríamos económicamente hablando al 4% en el año en curso. Estamos hoy, de acuerdo con INEGI en una recesión económica.
Prometió sacar de las calles al ejército. Cosa que tampoco pudo cumplir porque la Guardia Nacional está compuesta por militares, y la Guardia Nacional están en las calles.
En materia de Educación, tiene quizá a uno de sus mejores secretarios, pero también vivimos un retroceso al devolver al sindicato, la libertad de disponer de algunas de las plazas a su conveniencia, por un lado, por el otro, eliminó el sistema de evaluación de la anterior ley, aunque parece que lo mantiene en el espíritu mismo, ya no podrá separar de su puesto a los “malos” maestros.
En materia de infraestructura, canceló el aeropuerto internacional radicado en Texcoco, está en marcha la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, pretende construir una refinería, así como un tren en el itsmo de Tehuantepec y otro en la región sur, conocido como el Tren Maya.
4 grandes proyectos de infraestructura que no tienen estudios de viabilidad, financiera, ecológica y social. La apuesta del presidente es grande, pero no hay claridad en cuanto a qué va a generar de valor agregado a las poblaciones que se verán impactadas por estos proyectos y en general para población mexicana.
A nivel seguridad la estrategia a corto plazo ha fracasado sin duda alguna. Más de 25 mil homicidios dolosos y en puerta, la intención del presidente de considerar a los cárteles de la droga como terroristas.
A nivel política exterior no hay claridad de para dónde vamos, por un lado, Estados Unidos nos pide cerrar nuestra frontera sur y el presidente sigue sus instrucciones, bajo la amenaza de aranceles claro está. Por otro lado, le damos asilo a Evo Morales contradiciendo el principio de no intervención tan empleado en las mañaneras por el presidente López Obrador.
El presidente se ha ausentado de los foros internacionales más importantes como la ONU o el G-20. El presidente no tiene la intención de salir del país.
Prometió disminuir los recursos que se le entregan a los partidos políticos y tampoco lo ha conseguido.
Se aprobó su ley de austeridad republicana que no es más un panfleto político, porque lo contenido en la Ley ya se contemplaba en otras normas sobre el control y el ejercicio del gasto público.
Entrega ayudas sociales a diestra y siniestra, quizá preparando la elección del 2021 que con toda seguridad ganará MORENA.
Más sombras que luces, pero todo seguimos teniendo la esperanza de que la autonombrada 4 T nos lleve al país que merecemos.
Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
Abogado internacionalista y catedrático universitario.
Correo: cgonblanc@aim.com