3 de noviembre, San Martín de Porres
Homilía XXXI Domingo Ordinario
Sacerdote Daniel Valdez García
Estamos muy contentos ya se acercan el Adviento y las grandes fiestas de Navidad. Hoy celebramos a San Martín de Porres. Felicidades a quienes llevan este nombre.
Deseo iniciar con esta lección de vida. En las Olimpiadas de 1912, Jim Thorpe, indio americano de Oklahoma representaba a los Estados Unidos en Atletismo. En la mañana de su competencia le robaron sus tenis! Busco en la basura y encontró un par de tenis desiguales, uno más grande que otro, y para usar el que era más grande se puso doble calceta. Y Jim ganó 2 medallas de oro ese día! Que nada te detenga, no pongas excusas. No se qué te hayan robado. No se qué falle en tu vida.
Voy a iniciar con algunos aspectos del pasaje del evangelio de san Lucas (19, 1-10) sobre Zaqueo jefe de publicanos. Este hombre es extranjero como lo eran los diez leprosos, la viuda que pedía justicia, un publicano, los niños que les acercan para que los bendijera, el mendigo ciego. Y en cada una de esas historias Jesús les da vuelta de lo que parecería normal. Por ejemplo, da la bienvenida a los niños y al ciego. Y al publicano que quería ser salvado le exige dar sus riquezas a los pobres. Zaqueo por el contrario voluntariamente repartió la mitad de sus bienes y ofreció restituir a quienes había defraudado. El ciego quería ver, y Zaqueo quería ver a Jesús, uno tenía limitación visual y el otro era de pequeña estatura.
Jesús llegó a Jericó, eso nos dice sutilmente que va a Jerusalén y está cerca su final y con ello su cruz. Zaqueo es adinerado porque trabaja para el poder opresor de Roma, eso lo hace tener más enemigos que amigos, sin embargo su dinero no lo ha podido salvar de la soledad y de la culpabilidad que le aquejan.
Jesús pronuncia dos veces la palabra “hoy” primero para decir a Zaqueo que va a hospedarse en su casa y luego para decirle que ha llegado la salvación a esa casa. Esa palabra recorre todo el evangelio, solo te recuerdo algunos momentos: dice el ángel a los pastores: “Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido El Salvador” (2,11); en la sinagoga de Nazaret les dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura” (4,21) y en la cruz dice al ladrón arrepentido: “hoy mismo estarás conmigo en el paraíso” (23,43). Jesús enfatiza la misión personal diciendo a Zaqueo “es necesario.”
El libro de la Sabiduría (11, 22 — 12, 2) nos ha preparado para este pasaje del evangelio, porque el amor misericordioso de Dios es tan grande que para él el mundo “es polvillo de balanza o rocío mañanero.” Dios es quien le da vueltas a las cosas que a nosotros nos parecerían normales.
Y el inicio de la lectura de la segunda carta de Pablo a los Tesalonicenses (1, 11 — 2, 2) impacta con la sola expresión: “nuestro Dios los haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en ustedes y ustedes en él”.
Concluyamos la reflexión iniciada con la historia de vida del inicio. Jim el indio americano a quien habían marginado y hasta le robaron sus tenis supo darle vuelta a una vida de fracaso porque el importante era él, no los tenis y supo ganar sus medallas de oro en atletismo. Zaqueo supo que lo importante no era el dinero, sino él y los de su casa por eso es capaz de darle vuelta a la vida y sin que Jesús se lo pida da dinero a los pobres y restituye a los defraudados.
Ahora piensa, cuántas veces en tu vida has sido marginado o discriminado, todos lo hemos vivido cual más cual menos, y es en todos los círculos sociales que pasa esto. Continúa, por favor pensando en eso….
Bien, no sé qué has hecho ni cómo has respondido, pero si te quiero recordar lo que hicieron aquellos que lo vivieron. Los discípulos impedían que los niños fueran acercados a Jesús, y Jesús los abraza y los bendice porque sus padres persistieron. A la viuda que pedía justicia y el juez inocuo no le hacía caso termina atendiéndola para que no le molestara más. Al ciego la gente lo callaba para que no molestara al maestro, y Jesús pide que lo lleven hasta a él. Zaqueo por su estatura no alcanza a ver a Jesús y sube a un árbol, a él Jesús le dice baja y junto con él entra la salvación a esa casa. Tal vez a ti no te han robado unos tenis como a Jim Thorpe, pero tal vez te han robado la paz, la fe, la confianza, la seguridad. Fíjate bien lo que voy a decir, si te roban cosas materiales, duele pero puedes recuperarlas y mejorarlas. Pero si te roban la fe, te robaron todo. Sin Dios nada podemos hacer. Zaqueo nos deja una gran lección: Jesús como Zaqueo se expone al ridícula, a ser criticado para que Zaqueo y su casa alcancen la salvación. Por eso te puedo decir lo mismo que Pablo en la carta de hoy: “De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en ustedes y ustedes en él”. No permitas que te roben la dignidad y el valor tan grande que tienes a los ojos de Dios, no has sido rescatado con oro o plata, sino con la preciosa sangre de Jesús (1 Pe 1,18-19). Quédate con esto: eres muy valioso, no permitas que nadie te discrimine, tú eres quien les das ese poder.
Amén, amén, Santísima Trinidad.