En cuántas ocasiones escuchamos que el viajar enriquece nuestra mente, alma y nos cultiva. México, es uno de los países más diversos del mundo, con una enorme riqueza natural y cultural, que nos permite un desarrollo vasto de conocimientos, tradiciones, lenguas, gastronomía y una inigualable variedad de flora y fauna silvestre.
Un aspecto importante a considerar, es que diversas culturas se asentaron en sitios ricos en biodiversidad, lo cual, les permitió desarrollar numerosos conocimientos en el uso sostenible de sus recursos naturales -su cosmovisión tuvo una influencia considerable en su vida diaria-.
La Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, es uno de los espacios naturales más singulares de nuestro México, donde se conjugan riqueza cultural y biológica. Aquí, las poblaciones indígenas viven en perfecta sintonía con su entorno, donde los usos tradicionales se conservan, garantizando la continuidad de los recursos, sostenibilidad ancestral heredada.
Esta Reserva se encuentra enclavada en un Valle, en el centro sur de México, entre los estados de Oaxaca y Puebla, ubicada en la zona semiárida y árida con la mayor diversidad biológica en el continente americano; alberga ecosistemas y especies únicas en el mundo, que incluye el 70% de las familias de flora a nivel mundial y más de 3,000 especies de plantas vasculares, de las cuales el 10% son endémicas.
Tehuacán-Cuicatlán es la evidencia de la adaptación del ser humano al medio ambiente y el uso sustentable de sus recursos naturales, en un periodo de más de 14 mil años. En el Valle se han encontrado vestigios que se remontan al origen de la agricultura y la transición de las sociedades de cazadores-recolectores, a las sociedades neolíticas sedentarias, así como pinturas rupestres, cementerios, montículos y ciudadelas.
Hoy en día, es posible apreciar los sistemas prehispánicos de irrigación, domesticación de plantas, sistemas agrícolas y prácticas complementarias en el uso de cactáceas y la producción de sal, asentamientos residenciales y diversos sistemas políticos, religiosos y lingüísticos. También es testigo del surgimiento de las lenguas proto-otomangues que dieron lugar a la familia lingüística más antigua y diversificada del continente americano.
El ecosistema de Tehuacán-Cuicatlán se caracteriza por su fascinante diversidad de cactáceas, suculentas y agaves, de estos últimos, se obtiene el mezcal y otros productos alimenticios que siguen vigentes hasta hoy en nuestra gastronomía. También es el hábitat de más de 141 especies de aves, aquí se distribuyen especies en peligro de extinción como el águila real (Aquila chrysaetos) y la guacamaya verde (Ara militaris); además, es sitio de distribución de cinco de las seis especies de felinos silvestres que habitan en México, como el jaguar (Panthera onca) y el puma (Puma concolor).
En los últimos años se ha dado paso al ecoturismo -actividad ecológicamente rentable- el cual refleja ganancias sostenibles para las comunidades indígenas, un ejemplo de ello es el Jardín Botánico Comunitario “Helia Bravo Hollis”, donde se exhiben cactáceas columnares; o San Juan Raya, Santuario de cactáceas gigantes, además, podemos apreciar en el Museo Paleontológico: fósiles marinos, con cerca de 100 millones de años de antigüedad, cuernos de alce y madera petrificada de diversas eras geológicas, así como herramientas y cerámica de la cultura Popoloca.
Tehuacán, nombre en náhuatl que significa “Lugar de Dioses”, y que lo enaltece. En el Valle de Tehuacán se encuentra la Cueva del Maíz -en Coxcatlán-, da fe de la presencia humana desde tiempos inmemorables, aquí se encontró el sito más antiguo de mesoamérica. También el cerro Cuthá, con la tumba del gobernante Xapotl.
La Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán se considera Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO); como sitio mixto, al reconocer plenamente su valor universal excepcional.
Riqueza cultural y biológica que más allá de asombrarnos, nos debe obligar, como mexicanos, a respetar, proteger y conservar, considerando fundamental conocer y reconocer las diversas cosmovisiones de nuestros pueblos originarios, ya que solo así podremos entender el verdadero valor de nuestro entorno, y de esta forma garantizar su continuidad, reconozcamos que gracias al valor cultural de nuestro país, en todo México existe un “Lugar de Dioses”.
Antero Carmona
*El autor es Médico Veterinario por la UAEMex. Ambientalista, incansable difusor de la protección, conservación y desarrollo sustentable de los recursos naturales, y promotor del trato digno y bienestar animal.
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