Troya, el narco y la 4T

Por: Jorge Iván Domínguez  

Los griegos llevaron a su mejor hombre, Aquiles, quien logró matar a Héctor, primogénito y mejor general de Príamo; pero jamás penetrar Troya.

Debió ser frustrante y estremecedor cuando Menelao, rey de Esparta, se dio cuenta de que su esposa Helena huyó con Paris, el príncipe de Troya, que en unas cuantas semanas hizo sentir a Helena la necesidad de escapar de su país. Muy profundos debieron ser los motivos de la reina y muy persuasivas las acciones del príncipe para tomar una decisión de esa envergadura.

Menelao, con la vergüenza propia de la situación, mandó una misiva solicitando el regreso de Helena, a la que Príamo, rey de Troya y padre de Paris, hizo caso omiso. Entonces Menelao llamó a su primo, el rey Agamenón, y juntos emprendieron el viaje para recuperar a Helena y, de paso, arrasar con Troya y apoderarse de sus tesoros incalculables.

Los griegos llevaron a su mejor hombre, Aquiles, quien logró matar a Héctor, primogénito y mejor general de Príamo; pero jamás penetrar Troya.

Para el Estado mexicano y para la ciudadanía en general, también debió ser frustrante ver cómo el poder del crimen organizado impuso su ley en una de las entidades federativas que conforman a la República y sometió al aparato de seguridad nacional. Muy profundas también deben ser las causas y muy persuasivas las acciones del crimen organizado para tener el control de Sinaloa.

Al igual que Menelao, el Estado mexicano mandó a recuperar Sinaloa a su mejor elemento; las fuerzas armadas -quienes sabemos, por los acontecimientos ocurridos, también tienen endeble el talón-, que si bien pudieron capturar al Chapo y a otros capos anteriormente, no han podido vencer a la delincuencia organizada ni acabar con la violencia y el caos que esta genera.

Diez años duró la guerra de Troya -la nuestra lleva más de doce- durante los cuales los griegos no pudieron penetrar sus murallas, hasta que Odiseo diseñó una estrategia para abrirlas desde adentro. Ya todos sabemos qué pasó con el caballo de Troya. De ahí que, si en realidad alguien quiere combatir al crimen organizado tendrá que dejar de pensar en una guerra convencional y darles un golpe desde adentro.

Nuestro “Caballo de Troya” tampoco tiene que ver con guerras, armas, sangre, ni estrategias de seguridad; antes bien podríamos dar un golpe más certero, por ejemplo, desde la legalización de la mariguana, que representa más del treinta por ciento de los ingresos del narcotráfico en México.

Ese sí sería un verdadero golpe al crimen organizado, un golpe económico donde no se utilizaría ningún arma… como se juega a la guerra actualmente.

“El arte supremo de la guerra, es el de VENCER al enemigo sin luchar” Sun Tzu

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