La vida siempre ha sido más caliente en las ciudades. El concreto que absorbe e irradia la luz solar, y la concentración de personas, automóviles y maquinarias aumentan las temperaturas. Por esta razón, las urbes son entre 5°C y 9 °C más cálidas que las áreas rurales.
Esto ha llevado a su vez a un veloz crecimiento en la demanda de unidades de aire acondicionado. El consumo de energía de estos aparatos ha impulsado aún más el aumento de temperaturas y de emisiones de gases de efecto invernadero.
Las ciudades y sus habitantes seguirán tomando medidas para mantenerse frescos, en especial frente al aumento en la frecuencia y la intensidad de las olas de calor, que afectan gravemente el funcionamiento de las ciudades y la salud de sus ciudadanos.
El aumento de las temperaturas contribuye a las muertes relacionadas con el calor y la reducción de la productividad de laboral (estimada en 2,2% horas de trabajo perdidas en todo el mundo en el año 2030). Para 2050, 1.600 millones de personas podrían enfrentar temperaturas máximas promedio de verano de 35 °C -aproximadamente 1.400 millones más personas que hoy-.
Necesitamos mejores formas de mantenernos frescos, ya que según los datos de la Alianza Global de Edificios y Construcción (Global del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, alrededor de 40% de la energía consumida por los edificios en todo el mundo se usa para calefacción y refrigeración de espacios.
En este orden de ideas, la refrigeración de espacios se encuentra entre los usos finales de edificios de más rápido crecimiento. A medida que suben las temperaturas, crece la población y mejoran los niveles de vida, necesitaremos una multiplicidad de soluciones para proporcionar confort térmico y proteger la salud humana.
Los sistemas de refrigeración activa deben ser más limpios y eficientes mientras diseñamos edificios con una refrigeración pasiva e incluimos soluciones basadas en la naturaleza en edificios y espacios públicos urbanos. Necesitamos pasar de la noción de enfriamiento del espacio a una noción de confort térmico.
Una gran noticia es que algunas ciudades empiezan a dar resultados para abordar la eficiencia energética y el impacto climático del sector de refrigeración, en particular a través de la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal. Estas acciones pueden marcar una gran diferencia, y las ciudades pueden hacer todavía más.
La Coalición para la Refrigeración Limpia y Eficiente (Cool Coalition), una red global que conecta a más de 80 socios, promueve una rápida transición global hacia un enfriamiento eficiente y amigable con el clima. Trabajará con la asociación de ciudades C40, que tiene más de 90 miembros, y la alianza GlobalABC, para compartir experiencias e integrar el enfriamiento urbano en sus planes de acción climática.
Al implementar estrategias de enfriamiento limpio, las ciudades no solo pueden reducir la demanda de este servicio, sino también alinear sus políticas con otras áreas de importancia, como la calidad del aire, la salud pública y la resiliencia energética.
Las ciudades están trabajando en soluciones innovadoras, como la ampliación de las iniciativas de enfriamiento de distrito, techos y fachadas verdes, y paisajismo urbano con soluciones basadas en la naturaleza, como los corredores verdes, una oferta bien articulada de espacios públicos.
Las ciudades juegan un rol fundamental que desempeñar en la búsqueda de un enfriamiento eficiente y limpio. Así En su papel de facilitadores, autoridades de planificación, propietarios de activos y gestores, los gobiernos locales tienen muchas formas de influir en la forma en que se produce y consume el enfriamiento. Y hay ejemplos de esto en todo el mundo que están comprometidos con la loable labor, en este sentido valdría la pena que la Ciudad de México, Toluca, Guadalajara y Monterrey implementaran este plan.
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