Una vez más, Trump ha demostrado que su motivación para decidir es demagógica, con frecuencia jugando al ensayo y el error hasta encontrar lo que le conviene frente a audiencias locales, segmentadas con propósitos electorales. Y en muchos casos se mueve en atención a sus propios intereses, de negocios o personales.
Esta semana, sin precaución ni explicación alguna, Trump abandonó a los kurdos en Siria, uno de los aliados más confiables en el Medio Oriente de los EEUU en la lucha contra ISIS. Esto ocurrió después de una llamada telefónica con el presidente Erdogan, de Turquía, mostrando una vez más su tendencia a entenderse con figuras autoritarias. De inmediato, Turquía procedió a una ofensiva militar en el noreste de Siria, luego de que Trump le diera licencia para atacar a los kurdos, a quienes EEUU había apoyado.
Es como si Trump desconociera u olvidara que la estrategia de los EEUU, de contener y finalmente retomar el territorio controlado por ISIS en Siria, solo fue efectiva porque miles de kurdos armados llevaron la batalla día tras día, con apoyo estadounidense.
La decisión impulsiva de Trump no se coordinó con funcionarios de inteligencia o seguridad nacional de su propia administración, muchos menos con los principales aliados de la Unión Europea. Según los expertos, este viraje no solamente va a crear más volatilidad en la región sino que pudiese contribuir a una resurgencia de ISIS y a agravar las tensiones en el seno de la OTAN.
Trump ha mostrado una deferencia inentendible, desde hace tiempo, hacia Erdogan, quien, por cierto, presidió la apertura de las propiedades de Trump en Istanbul, operación de ganancias millonarias para el empresario-presidente, por lo que no hay que ser demasiado maliciosos para preguntarse si no mediará aquí algún tipo de cohecho entre ambos mandatorios. Lo crucial es que este cambio de circunstancias y compromisos de los EEUU favorece los intereses de Rusia y, particularmente, de su también autoritario líder, Vladimir Putin, en Siria. Cabe, pues, otra interrogante: ¿Qué saben los rusos de Trump, que este no se atreve a mantener firmeza en ningún asunto que choque con las ambiciosas pretensiones globales de Putin?
La reacción de los líderes europeos no deja lugar a dudas sobre las consecuencias de esta improvisada decisión. El ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, señaló: “Cualquier acción unilateral podría tener importantes consecuencias humanitarias y no proporcionaría las condiciones para el regreso seguro y voluntario de los refugiados a sus áreas de origen. Socavaría la estabilidad de esta región y nuestros esfuerzos directos sobre el terreno”.
El presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Parlamento alemán, Norbert Röttgen, fue incluso más tajante: “La retirada de tropas de Estados Unidos del norte de Siria constituye otro movimiento abrupto y desestabilizador de la política exterior por parte de Estados Unidos. Esto perjudica la credibilidad y la estabilidad en toda la región. La ofensiva turca prevista es contraria al derecho internacional y militariza aún más el conflicto kurdo”.
La vocera de la Comisión Europea, Maja Kocijancic, añadió: “Las hostilidades armadas renovadas en el noreste no solo exacerbarán el sufrimiento de los civiles y conducirán a desplazamientos masivos, sino que también se correrá el riesgo de socavar severamente los esfuerzos políticos actuales”.
Es un patrón de conducta muy alarmante, por decir lo menos. En un tweet, que preocupa por su evidencia de rasgos que claman por un análisis psiquiátrico, Trump atribuyó la medida a su “sabiduría incomparable”, sin percatarse de la importancia de la multilateridad en tan delicados asuntos y de lo crucial que es mantener los precarios equilibrios que nos alejan de conflictos de mayor alcance y consecuencias.
Hay en este espinoso asunto una lección subyacente para quienes se plantean estrategias que dependan del criterio o apoyo de Trump, sobre todo si están de por medio los intereses rusos. Así como dejó a los kurdos en el descampado, expuestos a los mayores asedios, así podría dejar a cualquiera en medio del desierto. Sin aviso, sin razón y sin una gota de agua.
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