El pasado 1º de octubre la República popular china cumplió años desde su fundación. En esta etapa histórica del gigante asiático murió el régimen imperial en China, pero nacería una nueva hegemonía que está a punto de quitarle su lugar en la historia imperialista a Estados Unidos.
A 70 años de la victoria de la revolución comunista China, China se erige como potencia mundial tanto económica como militarmente hablando. Eso significa que estamos viviendo un cambio, una transformación y un intercambio de estafeta a lo que se conoce en geopolítica como imperialismo o cómo hegemonía estatal.
China está siendo justamente el actor que va a sustituir en el mediano plazo a Estados Unidos. Ya se ha comentado en diversos artículos y especialistas que estamos pasando de la occidentalización a la asiatización del mundo.
Los imperios, los historiadores los han identificado con una duración de más o menos trescientos años, en cuanto a la hegemonía de un país en particular. Estados Unidos comienza su hegemonía a finales del siglo diecinueve, se consolida justamente después de la Segunda Guerra Mundial y toma el mando definitivamente en los años 90 con el consenso de Washington donde el capitalismo se consolidaría a nivel global.
Estas transformaciones por supuesto no dejan de ser de alguna otra manera turbulentas y que convulsionan determinados aspectos de nuestra geopolítica. Me refiero particularmente a que éste cambio de liderazgos genera nerviosismo entre los líderes políticos y siempre hay una tentación por volver a los nacionalismos de antaño.
La vuelta a los nacionalismos es una cuestión que se vuelve peligrosa ya que como sabemos la historia ha demostrado que los nacionalismos sólo han generado guerras y conflictos.
La pérdida de poder por parte de Estados Unidos ha generado liderazgos radicales, por lo que, no es extraño ver a Donald Trump señalando en la cumbre climática de la Asamblea General de las Naciones Unidas decir que ser patriota es mucho más relevante que ser globalista.
Analizando la historia, como un ciclo, era previsible que en algún momento pasáramos de una intensa apertura de mercados y de consolidación de la democracia a, un retorno al pasado con intentos por volver a los nacionalismos, a la confrontación ideológica como una verdadera opción contra el “terrible mundo capitalista y feroz”.
Y claro China representa justamente el término medio entre un incipiente mal comprendido y mal desarrollado comunismo al menos a nivel político, pero con una apertura de mercado impresionante. Se han apoyado justamente en las libertades económicas para crecer, pero a costa de un déficit democrático muy importante.
Y en este cumpleaños, en este 70 aniversario de haber alcanzado el estatus de república popular, China ha demostrado no solamente tener poderío económico sino también poderío militar y eso finalmente queramos ha alterado y seguirá alterando las relaciones internacionales para bien o para mal.
Todos los imperialistas son tigres de papel, parecen poderosos, pero no lo son tanto, es el pueblo el que realmente es poderoso.
Mao Zedong