El pasado 27 de septiembre me tocó escuchar la conferencia magistral de Enrique Krauze (1947) en el marco del Fórum Diálogos por la Democracia en el Paraninfo de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), en la capital del Estado, organizada por el periódico El Heraldo de esa ciudad.
En su intervención planteó que el presidente López Obrador ganó con amplio margen y recibió un claro mandato con el 53% de los votos. Éste, que es indiscutible, tiene límites en el marco de la sociedad democrática en que vivimos y que fue la que posibilitó su ascenso al poder.
En la versión de Krauze lo que el nuevo gobierno no puede cambiar, tratar de controlar o eliminar siendo el caso las instituciones autónomas del Estado y la libertad. El mandato del electorado en ambos casos es que se consoliden y se fortalezcan.
El historiador plantea que son cuatro las instituciones autónomas que resultan indispensables, para la vida democrática del país. Todas perfectibles, pero al mismo tiempo clara expresión de la democracia que desde 1997 se vive en el país. Éstas son:
- El Instituto Nacional Electoral (INE). Para cumplir con su misión debe mantener su condición autónoma. La democracia mexicana no sería tal sin el aporte de este órgano del Estado mexicano que organiza las elecciones y cuenta los votos. Su tarea le ha valido el reconocimiento internacional.
- La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Uno de los grandes logros de la democracia mexicana es haber quitado al Poder Ejecutivo el control del Poder Judicial. Su carácter autónomo es garantía de actuar como contrapeso de los otros poderes. Sin él no hay democracia.
- El Banco de México (BM). La autonomía del banco, fundado por Manuel Gómez Morín cuando solo tenía 27 años, es clave para la estabilidad financiera. Dejaría de cumplir con su misión si estuviera en manos del Poder Ejecutivo.
- El Instituto Nacional de Transparencia (INAI). Los seres humanos no somos ángeles y requerimos reglas y mecanismos que obliguen se actúe en el marco de la ley. No basta con el ejemplo del presidente y que la cúpula del poder actúe bien.
La otra idea central desarrollada por Krauze fue el respeto a la libertad que debe garantizar el gobierno, en particular la de expresión, como condición de la vida democrática. El valor de la libertad es central como lo son la paz y la justicia, pero en la construcción de la democracia adquiere una importancia especial. Sin libertad no hay democracia.
El historiador, en la parte final de su intervención, sostuvo que la democracia exige del presidente: No concentrar el poder solo en su persona, respetar a los que piensan diferente, ser magnánimo y tolerante, evitar el monólogo y saber dialogar, dar lugar a la participación de la sociedad civil, promover la reconciliación y cuidar las palabras que utiliza. Y remató: la no reelección es columna vertebral de la historia moderna de México.
Twitter: @RubenAguilar