España tiene ese sabor plural que muy pocos países tienen en el mundo. Los regionalismos son tan marcados que muchas de las veces pareciera que son varios países en uno. Pero es justamente esto lo que hace a España única y especial. Rica y enriquecida por las diferencias. Esto sin duda se replica a nivel de la ideología política, hasta hace muy poco bipartidista con el Partido Popular y el Partido Socialista a la cabeza de las elecciones y de los gobiernos de la democracia en España.
Esto cambió cuando entran en escena los partidos “minoritarios” como Podemos y Ciudadanos. Estos dos partidos son un “espejo” del Partido Popular y del Partido Socialista respectivamente, de derecha y de izquierda.
El pasado abril del año en curso se llevaron a cabo elecciones generales, una vez pasados por la destitución de Rajoy y los presupuestos generales 2019.
Sepa el lector que, en España, la elección de Jefe de Gobierno es indirecta, esto significa que son los diputados elegidos los que a su vez eligen al presidente de España. Y para esto justamente se llevaron a cabo las elecciones de abril de 2019 en la que con claridad el PSOE ganó las elecciones. Tocaba formar gobierno con una mayoría que no tenía y que debía contar por lo menos con la abstención de Ciudadanos y/o el apoyo de Unidas Podemos, cosa que no sucedió y esto nos lleva al próximo 10 de noviembre a nuevas elecciones generales.
Los intentos de Unidas Podemos y del Partido Socialista para formar gobierno resultaron infructuosos. Mientras que Podemos solicitaba gobernar en coalición, el PSOE ofrecía un programa en común, no necesariamente con puestos dentro del gobierno para Podemos. Los socios naturales, por ser de “izquierdas” no lograron ponerse de acuerdo. Y quizá el tiempo le dé la razón a Pedro Sánchez pues Podemos, una izquierda algunas veces radical que no responde a los principios de la política real, política que representa justamente que en momentos de desaceleración económica mundial es importante aplicar y considerar. Y no necesariamente porque el gobierno de Pedro Sánchez tenga que responder a los dictados del IBEX como algunos de sus detractores señalan sino porque el volumen de las cargas sociales del Estado español debe tener un límite de corte no asistencialista. Acorde más a un patrón de Estado de bienestar que responda a las realidades económicas de Europa y de una plausible “recesión” económica mundial.
Es por ello por lo que, en momentos como este, es el equilibrio lo que tiende a ser de más utilidad en la toma de decisiones de políticas públicas. Y todo indica que esto se verá reflejado en las próximas elecciones de noviembre; de acuerdo con las últimas encuestas, todo indica que Podemos y Ciudadanos pagarán su radicalismo, el Partido Popular desfondado, aunque no completamente derrotado por motivo de sus antecedentes de corrupción, se mantendrán más o menos en los mismos números. PSOE volverá a ganar las elecciones, pero hasta el momento todo indica que no alcanzará para poder formar gobierno. Sánchez ha hecho, nuevamente, una jugada maestra en la que justamente podrá salir victorioso de una crisis política como la que vivió en su propio partido y como la que ha vivido en los últimos meses en el gobierno. Sin embargo, no le darán los números para la mayoría necesaria.
Todo indica que el bloqueo continuará y los partidos estarán obligados a concluir una negociación para formar gobierno, de lo contrario los españoles pasarán factura a la clase política española.
Ganará la paciencia y la “mano izquierda” equilibrada, finalmente como se dice: las cosas de palacio van despacio.
Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
Abogado internacionalista y catedrático universitario.
Correo: cgonblanc@aim.com