El pasado 1º de septiembre el presidente Andrés Manuel López Obrador emitió un mensaje a la nación sobre su primer año de gestión. En su mensaje tocó varios puntos relevantes como la corrupción, la impunidad, el empleo etc.
Pero es de mi especial interés su afirmación de que ya el poder económico está separado del poder político.
“Es un hecho la separación del poder económico del poder político, ya existe un auténtico estado de derecho”.
O, dicho de otra manera, el poder político que él representa ya no está sometido a los intereses del poder económico, particularmente las empresas privadas que, según él, pertenecen a un grupo selecto que se unía a los anteriores políticos para buscar su beneficio personal.
Sin duda hay algo de razón en sus palabras, pero esto aplica para todos los países del mundo, no puedo entender a un gobierno democrático que no considere, tome en cuenta, se apoye y trabaje con la clase económica del país como una forma de gobernanza sana y democrática para el desarrollo y el crecimiento de un país.
O ¿es que acaso no es público el hecho de que las grandes empresas están presionando a los políticos para conseguir sus fines? Claro que lo están y justamente es lo que está procurando el presidente contener de acuerdo con sus dichos, aunque habrá que esperar a los hechos. El riesgo es que lo único que suceda es que el poder político cambie de “preferidos” y terminemos exactamente igual que como estábamos antes.
Por otro lado, este planteamiento del presidente que puede resultar positivo para México también puede ser un arma de doble filo, pues los discursos con un alto contenido de retórica agresiva contra la clase económica del país pueden traer como consecuencia un rompimiento entre ambas partes que finalmente son importantes para el bienestar de un país.
Lo que quiero decir con todo esto es que a lo que llama el presidente, separación del poder, puede ser peligroso al momento de atraer inversión y por consecuencia generar más y mejores empleos.
La sociedad se mueve por factores reales de poder que buscan satisfacer sus propios intereses, la clase económica del país tiene su propia naturaleza y responde a los mercados y a los estímulos positivos de la construcción de políticas públicas del poder político. Por lo tanto, es necesario encontrar el sano equilibrio y construir las sinergias necesarias para alcanzar objetivos en común, de lo contrario, el precio puede ser muy alto no sólo para la clase económica y la clase política, sino para México entero.
La propuesta que yo haría es guardar un sano equilibrio entre los factores reales de poder sin que uno aspire a “conquistar” al otro. Finalmente, la sociedad se mueve por roles, y esa invasión de roles entre roles es la que rompe con los equilibrios.
No es posible que nos vaya bien si estamos confrontados, y esto incluye clase económica, clase política, sociedad civil y grupos de interés, el arte de gobernar no es sólo conseguir el poder, es saber llegar a consensos y construir acuerdos. Todo en su justa medida.
Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
Abogado internacionalista y catedrático universitario.
Correo: cgonblanc@aim.com