Ya sea en la misma cuenca del Amazonas, en las islas Marshall o en España, los incendios descontrolados de la selva amazónica van a tener consecuencias. Según los expertos, en esta zona del planeta se produce una quinta parte del oxígeno del mundo, se captura una quinta parte del CO2 y circula, por el río Amazonas, una quinta parte del agua dulce del mundo.
Con todo el CO2 que se ha emitido en los incendios y el que la selva va a dejar de absorber, vamos a tener que rehacer las cuentas para emitir aún menos. Es un tema para que se enfade todo el mundo, en todo el planeta.
La consecuencia inmediata del incendio, además de la pérdida de biodiversidad, ha sido el incremento de afecciones respiratorias y alergias en las regiones aledañas, propiciadas por el humo, las partículas desprendidas en el incendio y el monóxido de carbono. Solo en el estado amazónico de Acre, en la frontera con Bolivia, se han atendido a unas 30.000 personas por enfermedades respiratorias.
El Amazonas es la mayor floresta tropical del mundo y representa poco más de la mitad del bosque húmedo que existe en el planeta, que junto con las plantas marinas es clave para la generación de oxígeno, abarca el 25 % de la superficie del continente.
Se extiende sobre 7.4 millones de kilómetros cuadrados, que son equivalentes al 5% de la superficie total de la Tierra y a casi el 25% del continente americano. Un 60% de ese territorio está en suelo brasileño.
Además, la selva es compartida por Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela.
Los ochos países son miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), organismo intergubernamental fundado en 1995 sobre la base de acuerdos firmados en 1978.
Aunque promociona diversos planes de cooperación y protección del medioambiente, la OTCA ha perdido fuerza con los años y se muestra inoperante ante crisis como las desatadas ahora por los incendios.
También la región atesora casi el 20% de las reservas de agua dulce del planeta, un recurso que, según la ONU, puede ser motivo de “guerras” durante el siglo XXI.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el planeta puede tener un déficit hídrico del 40% en 2030 si no cambia el actual modelo de consumo y preservación.
Parte de esa riqueza está en el río Amazonas, declarado en 2011 como una de las “maravillas naturales” del planeta, que es el más caudaloso y largo del mundo, nace en Perú y desemboca en el océano Atlántico tras un recorrido de unos siete mil kilómetros.
Sin embargo, muchos de los ríos de la región están contaminados. La OTCA calcula que, en los últimos 50 años, sobre el río Amazonas y sus afluentes se han vertido unas 1.300 toneladas de mercurio, usado en la minería ilegal, que Bolsonaro pretende regularizar.
Así mismo cuenta con una biodiversidad única en el planeta, el bioma amazónico contiene unas 30 mil especies de plantas vasculares, muchas de ellas con enormes calidades alimenticias y medicinales. Según la OTCA, alberga también 2.5 millones de especies de insectos, dos mil 500 especies de peces, más de mil 500 especies de aves, 550 especies de reptiles y 500 especies de mamíferos.
De acuerdo a datos de la OTCA, en la Amazonía viven unos 3 millones de indígenas, distribuidos en 420 tribus que hablan 86 lenguas diferentes y 650 dialectos.
En Brasil, los indígenas ocupan 600 reservas que en total abarcan 109.6 millones de hectáreas, equivalentes al 13% del territorio nacional.
En total, a pesar de que el Amazonas es una región virtualmente despoblada, se calcula que en ella viven 34 millones de personas. 60% está concentrada en polos urbanos, como la ciudad brasileña de Manaus, que tiene dos millones de habitantes.
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