Participantes en el Foro para la creación de la Ley de los Derechos de la Naturaleza del Estado de México señalaron que la Tierra y la naturaleza tienen derecho a existir, prosperar y evolucionar, para lo cual se requiere de una legislación que las considere como seres vivos sujetos de derechos con independencia del bienestar que puedan proporcionar a la especie humana.
Apuntaron también que en México es reciente este reconocimiento, de tal manera que todavía falta profundizar en la actualización de la legislación federal y de los estados para promover su protección y la defensa de sus derechos.
En el foro al que convocó el diputado del Grupo Parlamentario de morena en la 60 Legislatura estatal, Max Agustín Correa Hernández, ambientalistas y especialistas en el tema concluyeron que el deterioro ambiental y del planeta urge a tomar acciones radicales para revertir el daño, y que de la defensa de la Tierra como ser vivo dependerá también la sobrevivencia de la humanidad.
Organizado en tres mesas de trabajo, los asistentes y ponentes reflexionaron sobre los rubros denominados “Territorios de vida. Bosques de agua y derechos de la Madre Tierra”; “Derecho a una vida digna en los territorios de vida” y “Marco jurídico regulatorio rumbo a los derechos de la naturaleza”.
Previamente, Rubén Mayen González, expresidente municipal de Jilotzingo (1991-1993) y actualmente activista ambiental, manifestó la necesidad de hacer proyectos que trasciendan las administraciones municipales y que se involucre a la ciudadanía para la elaboración de planes de desarrollo urbano, además de leyes resarcitorias por daño ambiental que garanticen protección jurídica a las zonas ambientales.
En la primera mesa Eduardo Espinosa Medel, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, resaltó que con la Ley de Derechos de la Madre Tierra de Bolivia se reconocieron los principios fundamentales de la armonía, el bien colectivo, la garantía de regeneración, el respeto y la defensa de sus derechos, la no mercantilización y la interculturalidad, así como como los derechos de la Tierra a la vida, a la diversidad, al agua, al aire limpio, al equilibrio, a la restauración y a vivir libre de contaminación.
En su participación, Mateo Castillo Ceja, activista y coordinador en México de la iniciativa ‘La Carta de la Tierra’, explicó que ésta es una declaración de principios éticos fundamentales para la construcción de una sociedad global justa, sostenible y pacífica en el siglo XXI, en la cual se explica que para resolver los conflictos ambientales hay que considerar las perspectivas sociales.
Víctor Ávila Akerberg, miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, planteó incluir un marco conceptual de las contribuciones de la naturaleza a la gente, la valoración integral de los territorios de vida y el valor ambiental, cultural y económico de la biodiversidad, e incentivar en las escuelas y universidades el reconocimiento y valor de conservar los territorios a través de la educación ambiental.
Jesús Morfín Garduño, físico-matemático del Instituto Politécnico Nacional, destacó la necesidad de que la humanidad y las naciones se organicen nuevamente para adaptarse a la actual condición de globalidad y ocupación de toda la biósfera terrestre para evitar el quebrantamiento del equilibrio ecológico y climático, ya que no es la primera vez en la que la humanidad se enfrenta a una crisis de cambio climático.
César Daniel González Madruga, exdiputado federal del entonces Distrito Federal, compartió cómo logró consolidar la Ley Ambiental de Protección a la Tierra en la capital del país. Con ésta, agregó, se protegió de asentamientos irregulares al cerro de La Estrella, en Iztapalapa.
En la segunda mesa, Xiomara Trujillo Gutiérrez, ecologista y activista ambiental en defensa del hábitat alrededor de la presa Madín en Atizapán de Zaragoza, se pronunció por la defensa de las aves migrantes y nativas de esa zona y pidió al legislador Max Correa promover un sitio Ramsar (un humedal protegido) ahí.
Arturo Rodríguez Nava (periodista y ambientalista) llamó a cambiar el modelo bajo el que actualmente crecen los territorios de vida, y generar uno nuevo que sea sostenible, evaluable, verificable y con metas a corto plazo. Planteó como una alerta general el que se haya alcanzado el límite para tratar de revertir los daños ambientales.
Jesús Flores Sánchez, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán llamó también a revertir el modelo de vida moderno que apoyan y promueven los grandes intereses económicos, pues es causante de la degradación del planeta. Explicó que de esto deriva una sindemia mundial, es decir, la coexistencia de dos o más epidemias, la cual entrelaza directamente al cambio climático con la obesidad y la desnutrición.
Mireya Rodríguez Corona, asesora parlamentaria en Congreso de la Unión e integrante de la Central Campesina Cardenista, quien también dijo que es necesario cambiar el modelo social y de vida, apuntó que hay una legislación mínima para atender este tema, pero el problema es que no se aplica debidamente. Dijo que la legislación que reconoce a la Madre Tierra como sujeto de derechos obliga a considerar en consecuencia la posibilidad de reconocer a la persona ambiental (quien tiene interés en su defensa y protección) con derechos específicos, además de emprender una especialización judicial en asuntos ambientales y la formación de jueces apropiados.
En la mesa 3, Raúl Gutiérrez Patiño, académico en la Universidad Iberoamericana, apuntó que el marco constitucional de México se enfoca a una aplicación antropocéntrica de esta legislación en el afán de mejorar la calidad de vida de personas y no por la naturaleza como tal. Apoyó que se expida una Ley Reglamentaria del artículo 18 de la Constitución estatal.
Por la asociación Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, Miguel Alonso Meza llamó a incluir en la ley que se plantea el amparo como la herramienta ideal para detener aquellas acciones que afecten a las comunidades y dotar a las personas de la capacidad de emprender de manera individual esta acción jurídica.
Seguidamente, Claudia Brindis Zavala, del Colectivo Derechos de la Madre Tierra México, pidió que de crearse la ley se le dé un enfoque biocéntrico, pues es necesario considerar al planeta, la naturaleza, los animales y plantas como seres vivos junto al hombre. Con ella, Grant Wilson, del Earth Law Center, expuso que los ríos también tienen derechos como el de no ser contaminados, preservar un flujo mínimo y su fauna. Afirmó que este Centro trabaja para que en 25 años todos los ríos del mundo sean reconocidos en sus derechos.