Estos últimos meses ha resonado bastante mediáticamente la idea de que México enfrenta una recesión financiera, incluso ha sido encabezado de varios medios tradicionales.
Ante este golpe al gobierno actual, felicito una vez más la estrategia de comunicación del presidente para apagar fuegos.
Inició con la publicación de los dudosos datos duros en el financiero el mes pasado con la finalidad de mitigar el impacto de la desilusión de la gente y conservar el porcentaje de aceptación. Digo dudosos, porque El Financiero, muy a pesar de ser un medio serio y realista, se ha caracterizado este año por pegarle a la 4T, ¿y cómo no hacerlo si diariamente nos dan material? Es algo obvio que los medios necesitan subsistir y para ello de repente hay que quedar bien con el jefe.
Esta semana, salió atinadamente a la vocería el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, quien dijo que México no está en recesión, aunque reconoció que sí está en una desaceleración, tema que se debe abordar.
Y para culminar, rematan con la información estimada del INEGI, de que el PIB del segundo trimestre avanzó 0.1 por ciento.
De acuerdo con la lectura preliminar del PIB y con base en cifras ajustadas por estacionalidad, el pequeño incremento se debió a que las actividades terciarias crecieron 0.2 por ciento, mientras que las primarias cayeron 3.4 por ciento y las secundarias no mostraron variación durante el segundo trimestre de 2019 respecto al trimestre precedente.
Sin afán de ser negativa, si no objetiva, señalo que las estimaciones proporcionadas por el INEGI, podrían cambiar respecto a las cifras generadas para el PIB trimestral tradicional, las cuales se publicarán el próximo 23 de agosto de 2019.
Me preocupa que la gente no haga un análisis de lo que ven más allá de su nariz, defienden a AMLO a capa y espada, y lo peor, sin fundamentos.
A mí lo que me preocupa mucho más que la economía, es que sigamos sin tener claro que independientemente de los números y del porcentaje de aprobación de una sola persona (el presidente), éste país necesita un porcentaje de aprobación de cada persona y de la sinergia que deberíamos de estar creando, en lugar de separarnos.
Urge dar cabida a la apertura de mente, a observar realmente el ser y la crisis global a la cual nos estamos enfrentando por la falta de percepción de la consciencia universal, de la pérdida de valores y de dar prioridad a lo menos importante.
Hoy más que una cuarta transformación (que sigo sin saber de qué va, además de separarnos), necesitamos una transformación cultural y espiritual para subsanar el daño que le hemos provocado a nuestro planeta y a nosotros mismos.
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