El método se está haciendo costumbre, tomar decisiones públicas sin mayor procedimiento, análisis, estudio preliminar, análisis costo-beneficio y sujetarlas en dosis de aparente legitimidad se torna riesgoso. Así fue como en un evento público se decidió detener la obra la construcción de un metrobús en Durango, a mano alzada, con una consulta directa hacia los asistentes al evento.
Sin demeritar las necesidades de la población (que siempre son muchas), parte del ejercicio de gobierno se trata de discernir entre los problemas, jerarquizarlos y atenderlos. Para ello existen diversos mecanismos (las consultas, en efecto), los datos duros, las organizaciones de la sociedad civil, grupos de presión, que a través de distintos mecanismos hacen llegar sus demandas y generan agendas.
Se reconoce que el gobierno actual intenta dar un viraje importante en algunos rubros, algunos lo llaman cambio en el régimen político, no estoy del todo de acuerdo con esto último y sí, con esfuerzos por acabar, por ejemplo con la corrupción, pero no se puede desaparecer con un acto público a las políticas públicas, mismas que han merecido el estudio de académicos serios, con propuestas sólidas para su estudio, su pensamiento y su elaboración.
Se convierte un riesgo que cualquier decisión relevante sea tomada con mecanismos poco confiables, porque tarde o temprano los costos se verán reflejados en la sociedad, por ello, la política pública como herramienta de gobierno no debe ser descartada, sino por gusto al menos por utilidad.
Es cierto que México corre por un cause de riesgo, desde hace años y algunos tienen prisa porque cambie, incluso es necesario, pero no se puede realizar a través del desprecio a la planeación incluso a la burocracia, tan denostada históricamente pero necesaria en cuanto a la atención de bienes y servicios, en cuanto a la cercanía con la sociedad.
Gobernar implica utilizar recursos, consensos, diferencias, opiniones, pero siempre contrastando las decisiones con especialistas, con estudios, con razones, con opiniones técnicas, financieras, es decir, utilizar los instrumentos técnicos, aceptados y reconocidos para avalar o no una decisión, y no solo con base en un evento aislado, que lo único que puede presumir de público es la plaza, no necesariamente la decisión.