José Rafael Vilar es un analista político y un especialista en los nuevos populismos de izquierda. En 2017 publicó Auge y caída del socialismo del siglo XXI (Plural Editores) donde analiza, desde un marco teórico e histórico de carácter general, el desarrollo del populismo en Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia, país en el que vive.
Vilar conoce bien América Latina y de manera particular a México. Desde hace tres años mantenemos comunicación vía correo electrónico. Él, que sigue la política mexicana, me manda comentarios breves, a partir de lo que ha vivido y estudiado, que comparan lo que dice y hace el presidente López Obrador con lo que dicen y hacen los presidentes populistas de izquierda en América del Sur.
En sus mensajes me advierte que los discursos, actitudes y acciones del presidente mexicano se les parecen cada vez más a los de aquellos. En su visión la diferencia fundamental estriba solo en el tiempo. Lo que dice y hace López Obrador antes lo hicieron Chávez y Maduro en Venezuela; Correa en Ecuador; los Kirchner en Argentina y Morales en Bolivia.
Siempre sostengo que México es distinto y que López Obrador, formado en la ideología del nacionalismo revolucionario del PRI, se asemeja más a la forma de hacer política y de gobernar del presidente Echeverría (1970-1976) a los que añade elementos originales que le son propios.
Pienso, no obstante, que es interesante conocer cómo un estudioso del populismo latinoamericano ve a López Obrador desde América del Sur en la perspectiva que ofrece, como me dice Vilar, ver “desde acá y comprobar a dónde va”. A continuación transcribo algunos de los comentarios que me ha hecho llegar y son producto de una conversación informal entre amigos.
Antes de la elección de julio del 2018 me comenta: “No puedo negar que el Peje sabe mover masas con un discurso donde dice poco, sólo lo que le conviene, mientras grita lugares comunes” y también “si gana AMLO el país va a entrar a un espiral que no la quiero imaginar”.
Y después de conocer el resultado me dice: “Es penoso que haya salido AMLO y, peor, con esos márgenes y colaterales. Dios ayude a México, será arduo”. Y sobre la ceremonia donde toma posesión el presidente me escribe que es “como la coronación de Evo en Tiahuanaco, que lo ha hecho en las dos veces”.
En relación a la gestión de López Obrador “no me queda dudas que es un iluminado, como un caudillo que es, esa plaga que tanto nos ha dañado en Latinoamérica”. Se revela, a partir de sus discursos y actitudes, como un “populista y demagogo”. Y en su visión, a partir de su experiencia, “en estos momentos en México están a prueba la madurez democrática de las instituciones”.
Las declaraciones del presidente las ve como “un mix de Perón (quizás más que Chávez) y Echeverría. Tenebrosa perspectiva”. Y me escribe: “AMLO, el hombre de la izquierda ¿alguien seguirá tragándose el embuste?” y añade que “Dios se apiade de México y, sobre todo, de sus pobres incautos engañados por el populismo de AMLO”.
La idea de López Obrador de que en México necesita un “cambio total porque lo anterior todo era malo es lo mismo que repitieron Chávez, Evo y Correa”. Después de conocer algunas declaraciones del presidente me comenta que ve su gobierno se dirige a un “centralismo propio del socialismo del siglo XXI. Repite el libreto como un calco. Ya saben lo que les vendrá”.
Sobre los superdelegados nombrados por López Obrador me comparte: “Es lo que hizo Chávez cuando Ledezma le ganó la Alcaldía Mayor de Caracas a Aristóbulo Istúriz: le colocó una delegada presidencial que le cortó las atribuciones de alcalde, sobre todo se encargó de recibir buena parte del financiamiento destinado a la alcaldía. Malos tiempos, amigo, malos tiempos”.
Me asegura que una posición típica del populismo de izquierda en América del Sur es decir, como lo hace López Obrador, que “todo va bien, aunque se esté hundiendo. Acá es lo mismo: la economía oficial “crece” un punto sobre la registrada por el BID, el BM, el FMI e incluso CEPAL, la más complaciente”.
Otro elemento que les es común es “precarizar la función pública una de las medidas que más entusiasman a los demagogos. ¿La consecuencia?: solo querrán estar en el gobierno los ineptos y eso promueve la corrupción de todo tipo”.
Desde acá veo, me comenta, “de verdad que se les están formando negros nubarrones que presagian una tormenta perfecta (catastróficamente perfecta): mal manejo discrecional de la economía, militarización, centralismo férreo, populismo y yoísmo”. Y añade: “les auguro tormentas graves. No va a cambiar: es cacique de la época de Obregón”.
Vilar piensa que López Obrador es “un populista muy heterodoxo” y se sorprende ver lo “terrible que es que la degradación del sentido común sea tan rápida. Me entristece por México porque así solo se termina de una forma: ¡muy mal!”
Twitter: @RubenAguilar