Han transcurrido más de tres meses desde que Venezuela entró, el 23 de enero pasado, en una fase surrealista de su ya larga crisis política. Unos días solamente para el mensaje de “liberación” de Juan Guadio y el inicio de una nueva lectura.
Durante todo este periodo, el presidente Nicolás Maduro ha seguido en posesión de atributos fundamentales del ejercicio del poder, tales como la jefatura de la administración pública y el mando de la Fuerza Armada, pero ha tenido que convivir con un presidente encargado en la figura del Diputado Juan Guaidó, quien a falta de poder efectivo goza del apoyo del Parlamento, del reconocimiento de un grupo de países en su mayoría latinoamericanos y europeos, además de Canadá y, por supuesto, de Estados Unidos.
Si la cohabitación de dos presidentes en un mismo sistema político es absurda de por sí, más aún lo es que dicha situación se haya prolongado en el tiempo sin que se vislumbre una perspectiva clara de resolución.
La realidad es que quienes dentro y fuera de Venezuela promovieron la ruta de la proclamación de Juan Guaidó como una alternativa política, lo hicieron sobre la hipótesis débil de que en el marco de la profunda crisis económica, social y humanitaria que vive el país se podría volcar en favor de este. Sumando además el reconocimiento internacional masivo que sería el elemento catalizador de un colapso institucional que llevaría en cuestión de días, al derrocamiento de Maduro, sin embargo la realidad es otra y la caída del “Chavismo” no estaba en los planes.
Proclamándose antiimperialista, Maduro se recostó en Rusia y en China que son su Fondo Monetario a cambio directo de venderles empresas. Rusia es el segundo acreedor del país después de China y envió hace unas semanas al menos un centenar de soldados, luego de que en diciembre mandara dos cazas con capacidad nuclear.
En este capítulo inicial de una nueva lectura, no puedo dejar de señalar es que mientras escribo esto, no está claro que sigue para ambos proclamados Presidentes venezolanos, si Maduro terminará de manera pacífica y democrática su dictadura o por el otro Juan Guaido y Leopoldo López terminan pidiendo asilo político y dejando su país y por ende a la oposición.
Pero aunado a lo anterior, un punto de análisis que debe de estar claro es que lo que pasó en las últimas horas en Venezuela puede ser llamado un levantamiento militar o una rebelión militar, pero no un intento de “golpe de Estado”. No puede haber un “golpe” contra una dictadura surgida de un golpe contra la Constitución.
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