- Las reglas de convivencia en la familia nunca deberán estar por encima de la dignidad de las personas que la integran.
- El respeto, la solidaridad, la honestidad y el compromiso, valores fundamentales para la vida armónica en el seno familiar.
- La construcción de ciudadanía empieza en casa: Jorge Olvera García.
Toluca, Estado de México.- El respeto a los derechos humanos y la cultura de paz debe fomentarse en la vida cotidiana de las personas y las normas de convivencia deben partir de valores como el respeto, la solidaridad, la honestidad y el compromiso, señaló la subdirectora de Capacitación y Formación de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México (Codhem), Sandra Tetatzin Contreras.
Indicó que las reglas de vida en familia han de ser consensuadas y nunca deben estar por encima de la dignidad de las personas, considerando también las características particulares de niñas, niños, adolescentes y adultos y personas mayores que la integren. Estas reglas deben ser claras, sencillas y respetuosas de los derechos humanos, con el acuerdo explícito de que todos deben cumplirlas.
La experta en derechos humanos explicó que tutores, madres y padres tienen la responsabilidad de fomentar una convivencia basada en el amor, el apoyo mutuo, el respeto y la tolerancia; han de poner límites a las conductas de niñas, niños y adolescentes que puedan derivar en su perjuicio, como son los delitos, las adicciones y actos violentos en contra de quienes los rodean o de ellos mismos, además de protegerlos y velar por su cabal desarrollo.
Hacer lo contrario, sentenció Sandra Tetatzin, no solo “convierte a padres y madres en verdugos” que con frecuencia lastiman y atentan contra la autoestima, la integridad, la salud y el cabal desarrollo físico y emocional de los menores, las mujeres y personas adultas mayores, que suelen ser el grupo más vulnerable ante la violencia familiar.
La especialista de la Codhem reiteró el llamado que ha hecho el ombudsperson Jorge Olvera García a construir ciudadanía desde casa, haciendo lo necesario para que cada uno llegue a tomar la decisión de ser una persona digna que exige respeto a sus derechos, lo ofrece a los demás, que es tolerante y solidaria con quienes no coincide en opiniones, costumbres o creencias.
Cada familia es diferente y no existe una fórmula general para establecer las reglas, por tanto –consideró- éstas serán válidas siempre y cuando toda la familia las entienda y las admita sin que medien condiciones de ningún tipo, teniendo muy clara su utilidad, sus objetivos y las consecuencias o efectos que se tendrán al no acatarlas.
Por último, la especialista recomendó que las normas de convivencia en familia deben ser reafirmadas, comunicadas y modificadas cada vez sea necesario, a fin de mantener la armonía y cumplir con el fin social de la familia que redunda en la formación de personas sanas, empáticas, solidarias y comprometidas con su entorno.