No quiero dejar pasar la oportunidad de hablar sobre la carta que el presidente de México envió al Rey de España el pasado 1º de Marzo. Aunque el contenido de la carta no se conoce a ciencia cierta, sabemos por voz del presidente AMLO que la carta tuvo y tiene la intención de pedirle a la Corona española que se disculpe por los actos cometidos durante la conquista.
Una vez que se hizo público el hecho de la existencia de la carta, el gobierno de España se ha posicionado firmemente con un NO rotundo, argumentando el presidente de España Pedro Sánchez que: los hechos de hace 500 años no pueden ser juzgados a la luz de los tiempos contemporáneos.
La pregunta que me hago es: ¿tiene sentido hacerlo en estos momentos cuando las relaciones entre ambos países son prósperas y representan unos 63 mil millones de euros de intercambio comercial? ¿Un proceso histórico se puede ver a la luz del presente?
AMLO habla de una reconciliación entre ambas naciones como si hubiera una mala relación. Parece ser que el presidente responde a un personaje de la típica izquierda latinoamericana populista, cuando hablo de esto, me estoy refiriendo particularmente al discurso anclado en el pasado en el que los latinoamericanos no nos hacemos responsables de nuestro presente y resulta popular y hasta justo, responsabilizar al pasado de todos nuestros males. No estoy de acuerdo por supuesto.
La respuesta por de parte de intelectuales, académicos y escritores tanto mexicanos como españoles acerca de la carta fuera variopinta, pero me llamó mucho la atención el hecho del tono en el que respondieron. El tono no fue amigable y lejos de invitar a la reconciliación hizo mella en el estado de ánimo de ambas partes. Es decir, la petición no ha servido para nada salvo para generar diferencias diplomáticas y abrir heridas del pasado que, a mi parecer, debimos haber superado hace ya varios años, dándonos cuenta de que somos mexicanos y no renegar de unos (indígenas) o de otros (españoles) de los que provenimos como cultura.
Parce que la historia según el presidente se debe re escribir, no me sorprende desde el punto de vista que el lema de su campaña se llamó justamente “JUNTOS HAREMOS HISTORIA”, sin embargo me parece que utilizar la historia para elevar su discurso de aceptación a niveles populistas puede ser peligroso, no sólo por el hecho de que se pueda manipular la historia sino que la propaganda ideológica puede provocar posturas radicales que no abonan a la buena diplomacia en un mundo hiperconectado a todos los niveles.
Me parece ocioso este tipo de ejercicios de cara a tener una buena administración pública y política. Intentar caer bien a su electorado todo el tiempo le quita tiempo para gobernar desde mi punto vista. Hay miles de temas más importantes que este como por ejemplo el tema de la seguridad de la población y de periodistas, la reforma educativa, la política energética, la corrupción etc.
Desconozco a dónde nos quiere llevar el presidente generando conflictos inútiles, lo que, si me queda claro, es que no puede ni debe ser el dueño de la historia reconstruyéndola por un camino que le sea redituable personal y políticamente hablando.
Y a todo esto ¿dónde está Marcelo Ebrad, canciller mexicano?
Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
Abogado internacionalista y catedrático universitario.
Correo: cgonblanc@aim.com