CUARESMARIO
Hoy ya es 10 de marzo. Con el signo externo de la ceniza el miércoles pasado has iniciado de manera solemne tu CUARESMARIO, es también como he llamado a las homilías de este tiempo; su significado pasa por el número cuarenta que está muchas veces en la Biblia, para nosotros lo importante es que Jesús fue llevado por el Espíritu Santo al desierto y pasó allí cuarenta días en ayuno, por lo cual hasta ayer tienes dos claras conclusiones: 1.- Dios es el único que puede sacar vida del polvo y la ceniza porque él es amor, y donde está el amor está la belleza de Dios. 2. Este Cuaresmario es como las páginas que vas pasando del calendario y con ayuno solidario te vas preparando en la escala cuaresmal hacia la cima Pascual.
Como católico lo importante de los Cuarema días de tu Cuaresmario es porque Jesús estuvo cuarenta días en el desierto sin agua ni alimento para sofocar las tentaciones del maligno y tú vives estos días con oración, ayuno y limosna para asemejarte a Jesús puesto que Dios Padre nos hizo a imagen y semejanza suya.
Hoy voy a centrar la reflexión sobre Dios que como un padre lleva a su hijo en el desierto (Dt 1,31).
En primer lugar te pido tener en cuenta que el desierto de Israel no es arena, sino agreste cantera de sílice. Sin embargo, en la Biblia cuando habla del desierto se trata de diferentes lugares que no siempre son el mismo. Pero Dios siempre es el mismo y «como un padre lleva a su hijo en el desierto.» Eso recuerda Moisés al pueblo elegido y lo invita reconocer que es Dios creador y salvador (Deuteronomio 26, 4‑10).
San Pablo por su parte, en su carta a los Romanos (10, 8‑13), nos ayuda a comprender que la salvación se alcanza en Jesús si crees en tu corazón y lo confiesas con los labios.
Y el motivo de la reflexión está en el tema del Domingo llamado de las tentaciones que este año del ciclo C litúrgico toca a san Lucas (4, 1‑13) cuya característica está en que le antecede al relato una genealogía, como en el libro del Éxodo (6) hay una genealogía entre el llamado de Dios a Moisés y u ministerio. Dicha genealogía es importante porque Jesús es Hijo de Dios, tanto para el relato del bautismo como para el de la tentación. Harás bien de aprender de esto. En automático debes cuestionar cualquier oferta que venga de una persona de carácter dudoso, y así como a Eva y a Adán, la inocente sugerencia u oferta hecha tiene de manera inherente una falta fatal ya que coloca a esa persona de carácter dudoso en el asiento del piloto y a ti en el asiento trasero. ¡Y quién sabe dónde terminarás! Por eso te digo haciendo mías las palabras de Moisés en el desierto: «No te asustes, no tengas miedo. El Señor te guía, combatirá por ti… En el desierto, el Señor tu Dios te lleva como un padre lleva a su hijo.» El desierto es inhóspito, caos y desolación donde la vida no es posible, y precisamente ahí donde Dios muestra su ternura, su cercanía, su amor paternal y su caminar a tu lado. Esta es una de las vivencias más fascinantes. Precisamente cuando vez ese inmenso desierto de la soledad y del dolor y descubres vivamente tu impotencia y debilidad experimentas que «Dios te lleva como un padre a su hijo». Mira bien esta hermosa pintura que te envío llamada “el retorno del hijo pródigo” de Rembrand, que más bien debiera llamarse como la parábola de san Lucas: “El Padre Misericordioso” (15,11-32). Es en el desierto donde surge la miseria humana pero también la belleza del amor misericordioso de Dios.
Es en el desierto donde nos guía, como a Jesús el Espíritu, que es el amor de Dios y nos hace fuerte para vencer la tentación del placer, del aparecer y del poder, y con la belleza del amor de Dios hemos de vencer como lo hizo Jesús.
Ten en cuenta que litúrgicamente en los templos no hay adornos, sino austeridad y en la música no se usan instrumentos, el color es orado y que este es un tiempo penitencial como camino de conversión y solidaridad.
Amén, amén, Santísima Trinidad.
*El Autor es Profesor en la Universidad Autónoma del Estado de México.
Estudió Sacerdote y Especialidad en Bioética en U.A.E.M.
Estudió en el Seminario Diocesano de Toluca.
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