Nació en el año 1834 y se enfrentó con las costumbres familiares de aquellos años, pues a la mujer se le educaba para estar en casa; sin embargo, Matilde contó con el apoyo de su padre y se sabe que a los 16 años de edad empezó a realizar algunos retratos de su propia familia.
Ella quería estudiar pintura, pero no había escuelas que le permitieran asistir, por ser mujer, pero en 1847 se instauró la cátedra de dibujo y pintura en el Instituto Científico y Literario, lugar al que asistía Teodoro, hermano de Matilde, y gracias a ello surgió el acercamiento entre Matilde y el destacado pintor mexiquense, Felipe Santiago Gutiérrez, quien dirigía esta especialidad.
Desde entonces y hasta el año 1854, Santiago Gutiérrez se trasladaba a Zinacantepec por medio de diligencias y se convirtió en su único maestro e instructor, de quien adquirió mucho del conocimiento académico.
En 1850, al vislumbrar las cualidades de la pintora, su maestro Santiago Gutiérrez, apelando a su amistad con el Director de la Academia de San Carlos, le solicitó que fueran admitidas en la Tercera Exposición Nacional de Pintura, cuatro obras de la joven, mismas que recibieron muchos elogios.
Entre ellas se encontraba la obra “La Vestal”, que representa, en palabras de Zúñiga, una joven coronada de laurel sosteniendo en sus manos una urna con el fuego sagrado del templo que ella debía cuidar con su propia vida.
En esa obra se ve reflejado el romanticismo y su pulcra técnica, así como su férreo espíritu para lograr su sueño de pintar.