Política Mexiquense

por Alfredo Martínez

 

Los resultados electorales del pasado 2 de junio en los Estados de México y Coahuila han arrojado en buena medida, los resultados que la mayoría de los analistas y articulistas políticos esperaban de sus respectivas elecciones de gobernador (yo siempre pensé que las mujeres y los jóvenes darían el triunfo a Alejandra Del Moral).

Me centraré en la elección de mi interés, la del territorio mexiquense.

Antes que nada, debo decir que las y los ciudadanos encuestados por todas las empresas dedicadas a la demografía para este proceso electoral, mintieron acerca de su intención de voto por cualquiera de las dos candidatas, Delfina Gómez Álvarez o Alejandra Del Moral Vela. Ni la primera tuvo en los resultados una ventaja definitiva mayor a los veinte puntos, ni la segunda estuvo alrededor a los cuatro puntos que en las dos semanas previas afirmaba ella, como diferencia con la muy pronto, gobernadora electa.

Finalmente, Alejandra Del Moral Vela logró la cantidad de 2,755,532 votos con un porcentaje de 44.3423% y Delfina Gómez Álvarez 3,272,106 votos para un porcentaje de 52.6552%.

Pero la mentira más consistente fue la de los indecisos, que en las encuestas se encontraban entre un rango de 12 a 23 por ciento y que en realidad fueron el cincuenta por ciento del padrón electoral que no acudieron a las urnas.

De acuerdo con los resultados que anoche había publicado en el Programa de Resultados Preliminares el Instituto Electoral del Estado de México, el porcentaje de participación fue del 50.1317% con el cien por ciento de las actas capturadas.

Lo que podría significar en los hechos, que la mitad de los ciudadanos el día de la jornada electoral manifestaron su desinterés por participar en el destino que los próximos seis años, el gobierno estatal habrá de marcar como rumbo para una sociedad de casi diecisiete millones de personas y con enormes retos socio demográficos y económicos.

Los factores de tal falta de participación ciudadana que apenas alcanzó un total de votos de 6,214,217 votos, son variados. Por un lado, la segmentación de la oferta política en sólo dos personas y quizá, que ambas fueran mujeres. Otra razón podría haber sido que las propuestas de ambas no hubiesen cubierto el espectro de necesidades a atender ante la población o que las propuestas no hayan sido atractivas para aquellos ciudadanos que no siguen cotidianamente la política o la vida pública de la entidad.

Otra posible razón es que la intromisión directa del presidente de la república y la grosera difusión de Morena de encuestas que fueron desautorizadas por el Tribunal Electoral del Estado de México, en donde se decía que dichas encuestas favorecían en más de veinte puntos a la hoy, candidata ganadora, hayan generado un desinterés mayúsculo como resultado de una asertiva estrategia de campaña. En mi opinión ésta última razón es la que podría explicar la ausencia de votantes que pudieron haber pensado que la elección estaba decidida y no tenía caso acudir a las urnas.

Cualesquiera que sean las razones para tan elevado margen de abstención, el resultado ha preocupado a los partidos políticos y a las organizaciones ciudadanas o no gubernamentales, que esperaban que la elección fuera superior al sesenta por ciento y que los resultados favorecieran a la candidata de la Alianza Vamos por el Estado de México, Alejandra Del Moral Vela y con ello, mandar una poderosa señal a todo el país en el sentido de que es posible derrotar a Morena y sus aliados políticos en las elecciones presidenciales y legislativas de 2024.

En mi opinión, no todo está perdido para la elección que en 361 días habrá de decidir el destino de la continuidad del proyecto ideológico del presidente del país, o bien, el cambio de rumbo en caso de que la renovada Alianza Vamos por México pueda contar con una o un candidato que pueda hacer frente a quien el dedo presidencial designe como su elegido.

Para ello los aliancistas tendrán no solo que elegir a quien pueda ser una candidata o candidato muy atractivo y capacitado para gobernar. También tendrán que hacer lo que juntos no supieron hacer en el Estado de México: construir una narrativa que defina en un solo concepto, lo que tiene bien definido en el imaginario colectivo la cuarta transformación.

Es decir, además de la persona a enarbolar la candidatura opositora, se necesita para buscar ser competitivos en el 2024, definir la aspiración de quienes están en desacuerdo con la ideología presidencial en un proyecto que en máximo tres palabras, defina todo lo que los mexicanos queremos de un cambio que construya.