Nearshorig en América del Norte. Oportunidades y riesgos

Pedro Isnardo de la Cruz y Juan Carlos Reyes

“Cuando la política no orienta y protege no hace su trabajo, solo calienta las sillas”.

-Barbara Tibaldi

La economía global acelera su paso al accionar firmemente para que los efectos de la Pandemia COVID-19 queden atrás, mientras emergen nuevos arreglos comerciales de la mano de realineamientos geopolíticos.
América del Norte bajo el liderazgo de los Estados Unidos ha determinado acotar la expansión comercial de los chinos, rediseño en el que influyen los sucesos de la guerra en Europa oriental, en donde los estadounidenses tienen claro quién apoya a quién.

En ese contexto, las naciones buscan aprovechar ventajas competitivas y normatividades flexibles, que les reinsertan en los mercados globales con una velocidad sorprendente.
Por ello una nueva oportunidad, con sus consecuentes riesgos, aparece en el horizonte mexicano para lograr un repunte económico: el fenómeno del nearshoring.

Sucede cuando cadenas de valor, de suministro y logística relocalizan sus activos en otras fronteras, garantizando el abasto de insumos necesarios para los procesos industriales.

Es un proceso de mayor focalización y planeación en la instalación de maquiladoras, al prever la producción de insumos indispensables en identificables líneas de producción que demandan de manera inmediata y urgente.

Mientras en el caso de América del Norte ello puede detonar nuevas inversiones transnacionales y fortalecer las economías locales transfronterizas, no debemos demeritar los bemoles de la experiencia europea respecto al nearshoring:
1. La importancia de una política industrial de Estado.

Los tejidos industriales de Riello (con liderazgo mundial en producción de quemadores, calderas, grupos térmicos y aires acondicionados) y Whirpool (empresa ítalo estadounidense líder en producción de electrodomésticos), fueron derruidas sus cadenas de producción e inversión internacional, poniendo en evidencia la ausencia de una política industrial nacional y la desprotección sindical en los contratos e inversiones contraídas, impactando a trabajadores y personal directivo.

2. El patrimonio industrial nacional puede quedar expuesto ante nuevos escenarios de codicia y especulación transnacional.

Prevaleció la inexistencia de reglas que garantizaran que las empresas que recibieron incentivos públicos de millones de euros no terminaran afectando industrias nacionales: no será suficiente que haya legislación nacional unilateral que busque regular las inversiones nearshoring, dado que la deslocalización supone mercados de inversión internacionales con vocación especulativa y extractiva.

De hecho, pueden simularse procesos de reindustrialización, firmas de contratos de trabajadores así como activación de procesos de producción, y ser abandonados de un momento a otro y dejados a la intemperie en materia de responsabilidades, derechos, preservación de espacios laborales y estabilidad de liderazgos empresariales.

Al interior de las naciones de la Unión Europea, debaten cómo afianzar sus políticas industriales frente al nearshoring. En el caso mexicano, si bien desde la Subsecretaría de Industria y Comercio ya se advierten las ventajas de los nuevos escenarios de reconfiguración de las cadenas de suministro globales, la capacidad de afianzar la posición de México y anticipar riesgos, debemos dejarla en entredicho si no hay una convocatoria nacional entre actores productivos de nuestro país que le dé su lugar a la experiencia mundial.
Según la previsión inicial del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de junio de 2022 México podrá relocalizar su industria por nearshoring accediendo a más de 35 mil millones de dólares, lo que equivale “al 55 por ciento del monto estimado de ganancias adicionales en comercialización de bienes para América Latina”

Prospectiva México

No se puede arribar a éste nuevo momento de despegue de inversiones transnacionales, a este giro en el futuro de México en los mercados globales, con ceguera respecto a la experiencia mundial y con vacíos en autoridad de Estado.
En el caso mexicano el nearshoring abre oportunidades envidiables que implica desplazar y poner al día en competitividad a América del Norte respecto a la dominación comercial mundial de China.
Respecto al espejo europeo es claro que debemos fortalecer nuestras capacidades de representación y eficacia sindical genuina en la protección de salarios y empleos; en coliderazgo empresarial en la suscripción de contratos y su impacto en las capacidades de productividad y crecimiento; en fin, de control político ejecutivo/parlamentario federales en la nueva era promisoria de inversiones productivas/especulativas.
Debemos a su vez aprovechar nuestra condición geográfica privilegiada, el T-MEC con Canadá/EUA, y en lo particular, la fluidez y velocidad transfronteriza mexicano estadounidense en vías férreas, terrestres, tecnológicas, marítimas y aéreas (dadas nuestras venas geopolíticas estrechas, con Texas por delante).

Este escenario bien encauzado por nuestros gobiernos en el corto y el mediano plazo, puede crear oportunidades de empleabilidad a nueva mano de obra calificada mexicana, poner al día a nuestros institutos tecnológicos y programas universitarios con mercados futuros de trabajo y demanda tecnológica múltiple, con sustento en garantías de seguridad social, salarial y probidad empresarial inscritos en la ecuación de nuevas inversiones nearshoring, enfrascadas en necesidades de insumos estadounidenses y esferas competitivas de la región frente a la potencia China.

La Secretaría de Economía de México -con el apoyo de la SHCP, la Secretaría del Trabajo, la Secretaría de Educación Pública y la Secretaría de Gobernación-, habrán de formar un grupo coordinador para estudiar las oportunidades reales que se presentan y apoyar a los Estados de Durango, Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua y Baja California, en la medida en que ahora, sus ciudades industriales van a aumentar el valor de la propiedad raíz, en virtud de las nuevas inversiones que asoman su interés en adquirir predios para instalar industrias y nuevos complejos comerciales e inmobiliarios.

Es lo menos que se merecen las generaciones de jóvenes de México que han apostado por el estudio y sus vocaciones por empleos y oportunidades de vida que no sean precarias e inconexas de su formación y expectativa profesionales.