Los ecosistemas en la evolución de la humanidad

En los últimos años la incorporación del enfoque sistémico al medio ambiente ha dado nuevas herramientas conceptuales y metodológicas al problema de entendimiento, estudio, conservación, restauración y aprovechamiento de los recursos naturales, un ejemplo claro es el concepto de ecosistemas, término clave en la teoría ecológica.

Además, es importante reconocer y concebir que todos los organismos que habitan este planeta tienen la capacidad de transformar su ambiente. Capacidad que varía entre las diferentes especies, dependiendo de múltiples factores tales como; tamaño, distribución, dispersión, abundancia, tasa de reproducción, metabolismo, entre otros. En la mayoría, el impacto de su desarrollo se restringe a escalas espaciales y temporales relativamente pequeñas. Sin embargo hay especies ampliamente distribuidas y capaces de transformar grandes extensiones.

Desgraciadamente, es de reconocer que el hombre, desde sus orígenes, ha venido transformando su ambiente a una escala muy por arriba de cualquier otro organismo, transformación que ha dañado gravemente el entorno ecológico, y poco a poco nos damos cuenta que hay un límite en la capacidad que tiene la naturaleza para absorber dichos cambios. La extinción de especies silvestres ha sido una de las primeras evidencias a este respecto. El cambio climático y el calentamiento global, es una evidencia más del problema.

Otra evidencia clara que nos permite apreciar el impacto negativo de nuestras actividades sobre el medio ambiente, es nuestra alarmante incapacidad para resolver los diversos problemas ambientales, los cuales se agravan día a día.

El hecho es, que al abordar y tratar de enfrentar asuntos como la contaminación atmosférica, del agua, la deforestación, la pérdida de la fertilidad de los suelos, el tráfico y el comercio ilegal de vida silvestre, el cambio climático, etc., en realidad, son síntomas y que el principal problema es que estamos alterando los procesos que mantienen el sistema de soporte de vida del planeta y con ello, estamos reduciendo su capacidad para mantenerse y recuperarse, y como resultado, estamos perdiendo los servicios ambientales que gratuitamente nos ofrece la naturaleza.

Recordemos, que el sistema de soporte de vida de la Tierra, son todos los servicios ambientales que nos proporcionan los ecosistemas naturales, servicios que son muy variados e incluyen procesos como; la generación de O2 y la captación de CO2, la regulación del ciclo hidrológico, la generación y preservación de suelos fértiles, hábitat de flora y fauna silvestre, el control de plagas y las enfermedades, la polinización de cultivos, el suministro de recursos naturales (alimento y vestido), la regulación del clima, entre otros.

Los servicios ecosistémicos no sólo son importantes para el hombre, sino fundamentales para el correcto funcionamiento del planeta -y la tecnología no los puede reemplazar-, muchos de ellos se deterioran por la actividad humana, paradójicamente los servicios que se pierden por el deterioro de los ecosistemas son más valiosos que las ganancias que se obtienen por las actividades que los perturban.

Ahora bien, si los ecosistemas naturales constituyen el soporte de vida del planeta, y es precisamente su degradación acelerada lo que está generando la crisis ambiental en la que nos encontramos, se vuelve prioritario; frenar y revertir el deterioro de los ecosistemas naturales, restaurar los ecosistemas deteriorados y fortalecer los existentes así como diseñar sistemas productivos sostenibles que limiten en lo posible el uso de elementos naturales.

Cuando se aprovecha algún recurso natural, se cambia o altera el estado de algunos componentes de su ecosistema, esto es por la relación funcional que ocurre entre los diferentes componentes, al cambiar el estado de uno de ellos se afecta, en mayor o menor grado, al resto de los componentes del sistema.

A menudo el impacto no se ve de manera inmediata, y en muchas ocasiones los impactos se dan en lugares muy distantes al sitio en donde se efectuó la perturbación, lo cual dificulta asociar un impacto en el ambiente con su agente causal. Además, no todos los ecosistemas tienen la misma vulnerabilidad, una misma perturbación tendrá un efecto muy diferente bajo condiciones de clima, topografía, suelo y vegetación diferentes, por ejemplo, la pérdida de cobertura vegetal tendrá un impacto menor en una zona plana que en una zona con pendiente pronunciada, pues en esta última la erosión será mucho más acelerada.

Ante esta problemática, es prioritario aportar herramientas para disminuir los impactos negativos que las actividades humanas provocan a los ecosistemas naturales, por ello, el manejo de los ecosistemas se debe establecer como un eje prioritario en la agenda de cualquier gobierno, estrategias que contengan objetivos, metas e indicadores explícitos, ejecutados mediante políticas públicas, protocolos, lineamientos y prácticas específicas, y adaptables mediante un monitoreo e investigación técnica-científica, basada en nuestro mejor entendimiento de las interacciones y procesos naturales necesarios, para mantener la composición, estructura y funcionamiento de los ecosistemas. Todo esto deberá realizarse mediante un proceso interactivo con los diferentes sectores sociales involucrados, logrando un esquema consensuado con la población y, por tanto, con mayor factibilidad de una implementación exitosa.

De igual forma, debe existir una evaluación continua en el corto y mediano plazo, a fin de corregir cualquier complicación generada, ya sea por una mala implementación o por la aparición de efectos no previstos.

El elemento central en el proceso de manejo de ecosistemas es el identificar claramente el problema y establecer objetivos de manejo, para ello, es de suma importancia incorporar a los diferentes sectores sociales -comunidades rurales y pueblos originarios- en el proceso de identificación de objetivos, en un ejercicio participativo. No sólo aquéllos que participen directamente en el programa de manejo, sino también los que tienen injerencia o se ven afectados indirectamente por el proceso.

Cambiar nuestros paradigmas de cómo restauramos, protegemos y conservamos nuestros recursos naturales, nos ayudará a obtener mejores resultados y a establecer los instrumentos idóneos, que garantizarán el correcto funcionamiento de ecosistemas, la generación de servicios ambientales y la permanencia de nuestra biodiversidad y de la especie humana.

Antero Carmona

*El autor es Médico Veterinario por la UAEMex. Ambientalista, incansable difusor de la protección, conservación y desarrollo sustentable de los recursos naturales, y promotor del trato digno y bienestar animal.

 

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