El futuro nos alcanzó

 

Las escenas de gente bañándose en las calles aprovechando una fuga de agua, o recogiendo el liquido mientras una pipa riega jardineras, o esperando hasta más de 4 días para recibir un poco de agua, parecen sacadas de una cinta de ciencia ficción. Pero no lo son, ocurrieron en los últimos días en Monterrey y no es la única ciudad del país que está sufriendo escasez de agua.

El adelanto de las olas de calor en Europa con temperaturas de hasta 40º C, los incendios que en años recientes han consumido hectáreas de bosques en California, las sequías y temperaturas extremas en Medio Oriente y otras regiones de Asia así como en África, el aumento en la acidez de los océanos, el acelerado deshielo de los árticos, los cada vez más frecuentes huracanes y la indistinción de las estaciones del año, son solo algunos de los síntomas de un cáncer que creíamos que aún no llegaba.

Creo que los pronósticos que describían los efectos adversos de la crisis climática provocada por el hombre ya nos alcanzaron. Cada vez estamos más cerca del punto de no retorno y para muchos científicos queda claro que el daño a nuestro planeta es ya irreversible. Según los últimos datos del IPCC, se pronostica que para 2050 la tierra será inhabitable. 2050. Estamos a 28 de eso. Y aunque es posible que algo se pueda hacer en ese lapso de tiempo, no será suficiente para paliar el enorme desastre que nos espera.

Cada año, cada mes… por todas partes se habla sobre la lucha contra el cambio climático pero lo que se hace en realidad es poco. Alemania por ejemplo, que pertenece a la Unión Europea, un bloque político e ideológico que no se ha cansado de hablar sobre la importancia de reducir el uso de combustibles fósiles o contaminantes, pues bueno, este país volverá a usar carbón para el suministro de gas toda vez que Rusia se lo ha cortado debido al conflicto con Ucrania.

Estados Unidos, un país cuya actual administración ha adoptado una narrativa a favor de la transición energética, tampoco se ve muy activo en ese proceso, apagando plataformas petroleras o incrementando el uso de energías renovables, ni reduciendo sus emisiones de CO². De los países árabes mejor ni hablamos. Y en lo que respecta a China, se compromete en algunos cosas y en otras no.

En Latinoamérica sucede más o menos lo mismo, mientras que países como Costa Rica y Brasil están muy avanzados en el proceso de transición energética, en el mismo Brasil, la devastación de la selva amazónica ha ido en aumento con la administración de Bolsonaro, provocando un desastre ecológico y humanitario sin precedentes.

Mientras tanto, esa olla de presión que se llama planeta tierra, está a punto de estallar y quienes más van a sufrir las consecuencias, en una primera etapa, de esta especie de apocalipsis anunciado, serán las comunidades más pobres, como ya lo hemos visto en nuestro propio país, pero también en India, algunos países de Medio Oriente y África.

Al final, las terribles consecuencias de la crisis climática nos van a alcanzar a todos. Los super ricos podrán gastar todo su dinero en intentos de conquistar otros planetas, pero la realidad es que ese escenario es más ciencia ficción que realidad. La humanidad no tiene a donde ir. Este es el único lugar conocido con las condiciones para que nuestra especie y muchas otras puedan vivir. Esas condiciones se reducen cada día más y el espacio para el optimismo también.

Esto se empezó a anunciar desde la década de los 60 y quienes han tenido el poder de hacer algo simplemente han pasado de largo las advertencias. Nos han robado el futuro, porque este ya nos alcanzó y no hay forma de retroceder.