2021; La madre de todas las batallas

El año 2021, que ya se asoma, será todo menos tranquilo, con un contexto post epidémico y en plena recesión económica, se renovarán 21, 368 cargos públicos, de los cuales podemos destacar 15 gubernaturas, la renovación completa de los 500 legisladores federales que conforman la cámara de diputados, 30 congresos locales, 27 ciudades capitales y las 16 alcaldías de la Ciudad de México, lo que se resume en la elección más concurrida de la historia de nuestro país.

En términos económicos y respecto a los estados que renuevan su gobierno estatal, estamos hablando de más de la mitad del producto interno bruto (55.6%) que a su vez representan a poco más 30% de la población nacional, pero que junto a los demás cargos de orden local, estamos hablando de un padrón electoral de cerca de 94 millones de mexicanos, es decir, el 74.48% de la población total. (Aunque sabemos que en las elecciones intermedias votan poco menos de la mitad).

En ese sentido, dado el contexto socioeconómico y la concurrencia política de tantos procesos electorales, se vislumbra un proceso de alta complejidad, no sólo para los institutos electorales que organizan el día de la elección (6 de junio), sino para los candidatos, equipos de campaña y partidos políticos, que de por sí les es difícil generar credibilidad y participación en circunstancias “normales”, ahora con el coronavirus encima y los estragos socio-económicos en su punto, tendrán que ingeniárselas a través de la tecnología y nuevos modelos de proselitismo para generar contacto social, porque de eso se tratan las campañas; comunicación y contacto. Y por supuesto, agregue la palabra dinero, que en teoría, esta homologación de tiempos electorales tendría entre otras cosas, que evitar el dispendio, lo que sin ser adivino, será descartado el siguiente año como un logro de dicha reforma.

Quien más fichas tiene en juego es el revolucionario institucional, de los quince estados en disputa gobierna ocho, le sigue Acción Nacional con cuatro, morena con Baja California, el ya casi extinto PRD con Michoacán, y no olvidemos la joya de la corona, Nuevo León, que hoy se encuentra gobernado por el único “independiente”.

Esta elección, también será la calificación irrefutable del pueblo bueno hacia el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien según el promedio de las mediciones se encuentra ya por debajo de la media. Al respecto, hay que destacar que las elecciones intermedias, si bien pueden ser tomadas como un calificativo, responden en mayor medida a factores locales, por lo que, la organización partidista, la selección de candidatos y la estrategia, serán los factores determinantes de competitividad.

Asimismo, mucho se ha debatido sobre la injerencia de la 4T y sus nuevos programas sociales como posibles herramientas facciosas para incidir en este y futuros procesos electorales, a lo cual habrá que esperar el desenlace, pero déjeme asegurarle que como en los viejos y actuales tiempos, la injerencia de todos los gobiernos será un hecho consumado, por lo que los tribunales en la materia tendrán una colosal tarea.

Las piezas están en el tablero y la partida se respira agresiva, los efectos nocivos de la pandemia no han disminuido y en Europa (que es nuestro referente) han comenzado los rebrotes. Aunado a esto, los efectos económicos tampoco han han alcanzado su máxima expresión y menos aún los sociales. Habrá, eso sí, muchos recursos esparcidos a la población y grupos de poder por las fuerzas políticas en disputa, pero eso seguirá siendo un placebo hacia una sociedad donde la clase política le entrega siempre al ciudadano a manera de dádiva, lo que por derecho le corresponde.

 

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*El autor es maestro en gobierno y políticas públicas por la Universidad Panamericana, consultor político y actualmente se desempeña como director de información del Heraldo de México Televisión.

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