Salud mental y riesgos psicosociales durante la emergencia sanitaria (y siempre)

En las últimas semanas, hemos sido testigos y protagonistas de circunstancias que nos han hecho modificar de un día para otro, muchos de nuestros hábitos, nuestras costumbres y todo eso que llamábamos “normalidad”. Nos hemos enfrentado a cambios drásticos en nuestro entorno laboral, escolar y sobre todo en el hogar, que es ahora, el nuevo “centro” de operaciones laborales, escolares, familiares, y la verdad es que, en la mayoría de los casos, no estábamos preparados para hacerlo.

Estos cambios, no han sido paulatinos y mucho menos sutiles, así que tampoco hemos tenido tiempo suficiente para integrar poco a poco las actividades, los espacios y el tiempo para cada ámbito. Convivir con el resto de la familia desde el desayuno hasta la cena, coincidiendo en las reuniones laborales y en las clases (al menos) ha sido el nuevo día a día desde hace casi un mes, y así será, por lo menos, durante otro mes más.

Estas nuevas interacciones dentro del núcleo familiar han generado en muchos casos oportunidades para generar dinámicas positivas, de apoyo y en equipo que generan resultados efectivos para todos los miembros de la familia, pero, con honestidad, estos casos, son muy pocos. Muchos más, están del lado opuesto de la escala, con crisis que afectan la vida familiar y en consecuencia directa, el trabajo, la escuela y la vida personal de cada uno de los miembros de estas familias.

Hagamos un pequeño ejercicio para entender como todos estamos siendo afectados también en nuestra salud mental por el #COVID19, respondiendo esta pregunta: ¿Durante la última semana has tenido alguno de los siguientes estados de ánimo?

  1. Aburrimiento al punto de tener desánimo para realizar actividades.
  2. Cambios emocionales repentinos y sin aparente justificación.
  3. Aumento en los miedos o preocupaciones por algún tema o temas que puedan o no ser relevantes.
  4. Pensamientos recurrentes sobre lo que “si tenías” o “podías disfrutar” antes de la contingencia.
  5. Sentimientos de culpa o enojo por no poder salir de casa.
  6. Ira, frustración o tristeza con algún miembro de tu círculo familiar por “algo” que sucedió y pudiera no ser relevante.

Responder si, a una o más, desde luego que no nos convierte en enfermos psiquiátricos, pero nos puede ayudar a entender como si estamos siendo afectados en nuestras emociones, en nuestra “normalidad” y que esto genera reacciones a nivel mental.

Por ejemplo, ya se habla, afortunadamente, de la importancia que la salud mental tiene durante esta #emergenciasanitaria (y siempre), y se habla también, desafortunadamente, del aumento de víctimas de violencia doméstica y familiar, precisamente por las nuevas dinámicas de convivencia que el confinamiento nos está heredando. Para enfrentar y buscar soluciones a este problema, ya muchas autoridades han reforzado sus programas de atención, ojalá también se revisara el funcionamiento real de estos y sus resultados fueran más efectivos y contundentes, al mismo tiempo que la ciudadanía se convirtiera en usuario activo y protegido, pero ese es otro tema.

Junto a ese problema que ya desde antes era grave, también se empieza a presentar un problema serio para muchos trabajadores que hoy siguen colaborando en sus organizaciones a través de la modalidad de teletrabajo. Y es que muchas empresas no solo creían que aún no era momento de voltear a ver el home office como una herramienta productiva, sino que se negaban a prever siquiera la posibilidad de usar tecnologías informáticas en sus prácticas diarias y comunes.

De esta manera, ya empieza a haber una gran cantidad de colaboradores que, a pesar de estar trabajando en casa, junto a sus familias y con mucho más tiempo “libre” de traslados y actividades sociales, no está disfrutando de esto ni aprovechándolo, por el contrario, sus riesgos psicosociales están aumentando. Incluso, según un sondeo de DIRH®, hoy, entre colaboradores que realizan home office, existe un mayor temor a perder su empleo, las cargas de trabajo han aumentado, y en muchos casos los malos tratos también; mientras que la manera en la que estos colaboradores pueden tener control sobre su trabajo se reduce, las condiciones en su nuevo ambiente laboral no son óptimas debido a la interferencia en la relación trabajo-familia y sus jefes directos no están ejerciendo liderazgos adecuados y positivos. Es decir, las condiciones para cumplir con la #NOM035 no se están cumpliendo: los colaboradores están sufriendo altos y muy altos niveles de riesgo psicosocial.

Y esto, como lo he mencionado en múltiples ocasiones, si es grave, no por que cumplir la Norma sea obligatorio, sino porque nuestro capital humano, la parte que hace que todo sea posible, no funciona de manera óptima, porque no estamos atendiendo ni dando el adecuado mantenimiento a nuestro principal motor de trabajo. De esta manera, nuestros colaboradores no tendrán niveles adecuados de identificación y pertenencia, por consiguiente, su compromiso y productividad serán menores.

Entonces, ¿qué podemos hacer para apoyar a nuestros colaboradores, y a su vez, que ellos apoyen a su empresa? Desde luego, contar con un sistema integral de gestión de riesgos psicosociales es la respuesta absoluta, pero también servirá generar un plan emergente durante esta contingencia que pueda ofrecer reglas claras para la nueva realidad laboral, algunos ejemplos, pueden ser:

  1. Contar con acuerdos legales que contengan las nuevas condiciones laborales eventuales: Lo ideal es que estos acuerdos estén respaldados por las Secretarías del Trabajo locales o, en su caso, federal.
  2. Ofrecer canales de comunicación digital directos, útiles y al alcance de todos: Existen herramientas digitales que pueden ajustarse a prácticamente todas las necesidades y presupuestos, algunas son: Slack, Whatsapp, Telegram, Google Meet o Duo, MS Teams, Zoom, Teamwork Projects, Asana, etc.
  3. Establecer políticas de teletrabajo claras, específicas, congruentes y acordes a la cultura organizacional y la realidad de la empresa: Los indicadores, tiempos y flujos de trabajo deben ser compatibles con las herramientas que brinde la organización a sus colaboradores y la experiencia que estos tengan en esta modalidad.
  4. Generar mecanismos de monitoreo de la salud mental e intervención temprana o de crisis, así como difusión de estrategias de autocuidado: Desde contratar a especialistas de la salud mental de manera eventual o permanente para esto, hasta el uso de aplicaciones digitales que pueden adecuarse a las necesidades de cada persona para etapas preventivas. Por ejemplo, la app “Yana” que no sustituye ninguna opinión profesional, diagnóstico, tratamiento, psicoterapia o servicios de salud mental, ofrece herramientas útiles de terapia presentadas de manera amigable, simple e inteligente para ayudar a manejar el estado emocional cualquier día, a cualquier hora. https://www.yana.com.mx
  5. Brindar capacitación online para adquirir o fortalecer habilidades digitales y de organización del trabajo en línea: Existe una gran cantidad de contenidos y plataformas para esto, sin embargo, mi sugerencia es que se verifiquen las credenciales de los capacitadores, así como los temarios antes de realizar una adquisición. Dos últimas recomendaciones son, buscar en Coursera y, tomar este curso que contiene herramientas de la psicología cognitivo-conductual para la formación de hábitos y el cuidado de la salud mental, además otorga un certificado digital para validar en LinkedIn habilidades necesarias para el trabajo distribuido o teletrabajo: 21 días para aprender a trabajar desde casa. https://www.skillsagilitylab.com/courses/21dias

Como siempre, agradezco tu atención y no dudes en escribirme para saber más sobre esto o algún otro tema. mnunez@dirhmexico.com.mx

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