Asesinos microscópicos

A lo largo de la historia de la humanidad nos hemos enfrentado a diversos conflictos que han terminado con la vida de miles de personas, siendo las guerras mundiales las que más vidas humanas habían cobrado -hasta ahora- por ejemplo, la Primera Guerra Mundial sumó 10 millones  de personas muertas y la segunda un poco más de 40 millones.

Sin embargo, los antecedentes evolutivos de los seres vivos en el planeta nos dicen otra cosa, o así lo explica una de las teorías sobre la extinción de los dinosaurios, ya que ésta se enfoca hacia la posible aparición de enfermedades. La teoría indica que durante el período Cretácico, surgieron diversos puentes de tierra; conexiones continentales debido al descenso del nivel de los océanos. Esta disminución de los cuerpos de agua provocó que los dinosaurios se desplazaran, migrando a nuevas tierras en busca de alimento, lo que dio lugar a que diversas especies que jamás habían coexistido se mezclaran intercambiando parásitos, bacterias y virus, algunas especies de dinosaurios desarrollaron inmunidad, pero para otras esto fue mortal. La migración permitió que los dinosaurios llegaran a diferentes zonas del planeta, sobrepoblando diversas áreas y esparciendo enfermedades que se transmitieron de generación en generación y posteriormente evolucionaron o mutaron para ser más fuertes y mortales. Probablemente los dinosaurios más pequeños se libraron de las epidemias al no ser capaces de realizar largas migraciones, a diferencia de los grandes dinosaurios que tenían que emigrar en busca de alimento.

Es importante entender los procesos que se combinaron para generar esta pandemia que muy probablemente acabó con la vida de miles o millones de dinosaurios, tales como la interacción de diversas especies debido a las migraciones,  la sobrepoblación y la escasez de fuentes de alimento.

Ahora bien, adelantemos un poco el tiempo y acerquémonos a nuestra época actual, donde las bacterias y virus han sido consideradas como los mayores asesinos, y en concreto, las que han provocado las grandes epidemias de la historia moderna de la humanidad, un ejemplo de ello es el sarampión, que acabó con más de 200 millones de personas y todavía sigue cobrando víctimas, o el virus del sida o VIH, que ha matado a más de 35 millones.

Recordemos que uno de los principales problemas que enfrentamos a nivel global es la sobrepoblación, la seguridad alimentaria y el uso desmedido de nuestros recursos naturales, entre ellos el tráfico y comercio ilegal de fauna silvestre, que nos llevan a tener una íntima relación con los organismos que son comercializados, un ejemplo de ello sería el mercado de Sonora -aquí en la Ciudad de México-, donde se comercializan cientos de especies de fauna doméstica y silvestre, pero también productos y subproductos para diversos fines, provocando serios problemas de salud pública y de maltrato animal.

Los mercados en China se caracterizan por vender diversas especies de fauna silvestre para el consumo humano, ejemplares que son mantenidos en condiciones insalubres y en hacinamientos extremos, condiciones que no son de interés del gobierno, minimizando muchas veces los posibles daños, ya que este comercio genera al año una derrama de 23,000 millones de dólares.

Al sur de la China, en la región de Guangdong se originó el SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome), que de noviembre de 2002 hasta finales de junio de 2003 produjo 8,422 casos y un poco más de 900 defunciones en 29 países de los cinco continentes, por ello fue considerada la primera pandemia del siglo XXI. El agente etiológico es un coronavirus (SARS-CoV) de muy probable origen zoonótico. El SARS-CoV se ha identificado en animales y debido a sus características hace suponer que el virus pasó de los animales al hombre y no en sentido contrario; este virus animal ligeramente diferente del humano fue bautizado como SARS-like CoV 15, y existen importantes evidencias de que el SARS-CoV se originó a partir de la transmisión de interespecies del SARS-like CoV, probablemente a partir del gato civeta del Himalaya (Viverra civetta), aunque existen otras especies implicadas. El análisis de secuencias genotípicas ha señalado que la epidemia de 2002-2003 se originó mediante la selección y purificación en el ser humano del virus animal SARS-like, circunstancia que condujo al virus SARS-CoV mucho más virulento, asociado a patología grave y a una eficiente transmisión entre humanos.

De nuevo en China, pero en la ciudad de Wuhan, las autoridades sanitarias a mediados del mes de diciembre de 2019, detectaron una serie de casos de neumonía producida por una causa desconocida. En ese momento se activó la alarma sobre una nueva enfermedad. Las primeras investigaciones determinaron que se trataba de un nuevo tipo de virus, de la familia Coronavidae, emparentado con el SARS y con el causante del  Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), pero suficientemente distinto y se consideró como una nueva enfermedad, nombrándola SARS-CoV-2 (Covid-19).

El epicentro de los primeros casos del SARS-CoV-2 fue el mercado en la ciudad china de Wuhan, en la provincia de Hubei. El mercado de Wuhan  se especializa en comercializar una gran variedad de fauna silvestre.

Por ello la importancia de averiguar de qué especie animal dio el salto el coronavirus para infectar a los humanos. Los científicos descubrieron que el SARS-CoV-2 había evolucionado para enfocarse en la unión con las células humanas, concluyendo que era resultado de la selección natural, y difería sustancialmente de los coronavirus ya conocidos, pero que se parecía a los virus que se encuentran en los murciélagos y los pangolines.

A partir de su análisis de secuenciación genómica se analizó su origen, siguiendo dos escenarios posibles. En el primero, el virus habría evolucionado a su estado patógeno actual a través de la selección natural en un huésped no humano y luego habría saltado a las personas. Así es como habrían aparecido brotes previos de coronavirus en humanos al contraer el virus después de la exposición directa a civetas (SARS) y camellos (MERS).

Los primeros análisis filogenéticos sugieren que los murciélagos podrían ser el huésped original de este virus, ya que el SARS-CoV-2 es muy similar a un coronavirus de murciélago. Sin embargo, no hay casos documentados de transmisión directa murciélago-persona, lo que sugiere que probablemente pudo haber un huésped intermedio entre murciélagos y humanos.

En este escenario, el SARS-CoV-2 habrían evolucionado a su estado actual antes de infectar a personas. En este caso, la epidemia actual probablemente surgiría rápidamente tan pronto como los humanos se infectaran, ya que el virus ya habría desarrollado las características que lo hacen patógeno y capaz de propagarse entre personas.

En el otro escenario propuesto, una versión no patógena del virus habría saltado de un huésped animal a humanos y, luego, evolucionado a su estado patógeno actual dentro de la población humana. Por ejemplo, algunos coronavirus de pangolines tienen una estructura muy similar a la del SARS-CoV-2.

Un coronavirus de un pangolín podría haberse transmitido a un humano, ya sea directamente o a través de un huésped intermedio, como civetas o hurones. Entonces podría haber evolucionado dentro de un huésped humano, posiblemente a través de una circulación limitada no detectada en la población humana antes del comienzo de la epidemia.

Si el SARS-CoV-2 llegó a los humanos en su forma patógena actual de una fuente animal, esto aumenta la probabilidad de brotes futuros, ya que la cepa del virus que causa la enfermedad aún podría estar circulando entre la población animal y podría volver a saltar a humanos.

El 31 de diciembre del año pasado, las autoridades de China alertaron a la Organización Mundial de la Salud del brote de una nueva cepa de coronavirus que causa una enfermedad grave. Y es el 11 de marzo del 2020 que el secretario general de la ONU, António Guterres, pide a los gobiernos de todos los países aumenten los esfuerzos para luchar contra la SARS-CoV-2 (Covid-19) declarando la Pandemia.

La diseminación del coronavirus en México no cesa y los casos positivos de COVID-19 van en aumento día a día. Según el reporte oficial más reciente de la Secretaría de Salud, del miércoles 8 de abril del 2020, las defunciones ascendieron a 174, con un total de 3,181 contagios confirmados. En el mundo suman ya más de 87,700 defunciones y los contagios superan la barrera de 1,500.000.

Pandemia generada por actos irresponsables de comercio, hacinamiento y maltrato de fauna silvestre, desgraciadamente esta actividad sigue siendo un fuerte motor en la economía de algunos países, y erradicar esta  práctica se torna muy complejo. Existen más de 150 enfermedades humanas cuyo origen proviene de los animales. De hecho, el 60% de todos los patógenos de las personas tiene un origen animal y más de 70% de todas las enfermedades contagiosas de origen animal provienen de animales silvestres. El contagio de un animal silvestre portador a un humano, se puede dar por mordeduras, rasguños, contacto con excreciones salivares o mucosas, contacto con orina o heces fecales y contacto con fluidos sanguíneos. Ahora bien, recordemos el contacto que se tiene con los ejemplares que se comercializan en los mercados y las condiciones de hacinamiento e insalubres que imperan.

El tráfico ilegal de vida silvestre pone en riesgo no sólo a la biodiversidad, sino también a la seguridad nacional e internacional, así como al desarrollo económico y social. La erradicación de esta actividad representa un reto no sólo para México, sino para el mundo entero. Reconocer sus repercusiones es el primer paso en la lucha contra su erradicación. El éxito en el combate de esta actividad ilícita no sólo dependerá de la toma de conciencia y del reconocimiento de los factores actuantes. La gran escala que ha alcanzado en los últimos años exige esfuerzos de cooperación y colaboración, nacional e internacional, entre los distintos órganos de gobierno, las organizaciones no gubernamentales y necesariamente la sociedad. De seguir a este ritmo de irresponsabilidad podríamos tener la misma suerte que los dinosaurios, la extinción en manos de asesinos microscópicos.

Antero Carmona

*El autor es Médico Veterinario por la UAEMex. Ambientalista, incansable difusor de la protección, conservación y desarrollo sustentable de los recursos naturales, y promotor del trato digno y bienestar animal.

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